OVNIS… Parte III

Por Dr. Norman González Chacón

Muchos de los profetas bíblicos tuvieron encuentros cercanos, avistamientos, o apariciones, en los que seres extraterrestres de ambos bandos, del bien y del mal, intervinieron de alguna manera, o interactuaron para bien o para mal. La confusión, que es común en este tipo de experiencias puede crear problemas de lenguaje, al tratar de explicar los detalles del encuentro y el mensaje, con palabras del vocabulario humano, lo que lo hace difícil en extremo. Si eso ocurre, es comprensible y hay que realizar un esfuerzo extraordinario para lograr entenderlo y poder explicarlo de manera que se entienda. Por esa razón, no se hace fácil descifrar las visiones del Apóstol Juan en el Apocalipsis, las visiones del Profeta Ezequiel, y las figuras de las visiones de Daniel. 

Existen en la Biblia unos elementos en común que justifican la forma en la que el profeta se expresa en su idioma imperfecto, tratando de explicar lo que ve en visión, para describir las figuras celestes, con palabras del lenguaje humano. La diferencia entre lo que el profeta vio y lo que expresa en su lenguaje, puede ser sencilla o diametralmente diferente a lo común, o a lo que no estamos acostumbrados a ver, ya que la ciencia de la teología no ha logrado descifrar la mayoría de estos enigmas o imágenes proféticas que fueron presentadas en visión a los apóstoles y profetas. Dichas visiones, tenían un propósito específico: Traer mensajes divinos al ser humano, mensajes que casi siempre son de amonestación o de reprensión de parte de Dios al hombre, a través de sus profetas escogidos. 

Tenemos que recordar, que, en el principio de la historia, Dios se comunicaba cara a cara con sus criaturas. Solo había un lenguaje, un idioma común entre Dios y el ser humano. En ese mismo lenguaje intercambiaron ideas diferentes, pero coincidentes, como en el caso de Eva y la serpiente.

Tan entendible y universal era el idioma, que la conversación entre estas dos criaturas que nunca habían compartido juntas se extiende a una argumentación formidable en la que la serpiente introduce sutilmente la duda en la mente de Eva, y ésta le riposta legalmente, basando sus alegaciones en el mandato Divino; tenían el vocabulario y un lenguaje en común para entenderse. La mujer tuvo la oportunidad de ganarle la partida a la serpiente, de salir airosa, a pesar de que estaba en terreno enemigo. Sus pensamientos, su convicción y su determinación estaban en juego, y si accedía, no tendría excusa ni razón para ello, porque su vocabulario y su pensamiento estaban en clara armonía con la voluntad Divina. Aún así, dominó su voluntad humana. Quería probar, quiso probar, y no tuvo excusa alguna para enfrentarse más adelante con su Creador. En su osadía, simplemente le echó la culpa a la serpiente. 

Más adelante en la historia, Dios, tuvo que confundir el lenguaje de los hombres en la Torre de Babel. Los idiomas que surgieron de ese desgraciado evento se circunscribieron a las experiencias diarias del trato entre hombres de diferentes etnias que perdieron el control del idioma original que trajeron de sus diferentes mundos. Ese era el idioma común con el cual, Dios mantenía comunicación con todos los habitantes de la tierra y de los otros mundos creados. Después de Babel, cada cual buscó a quién o quiénes hablaban su idioma, y se ubicaron en distintos lugares de la tierra, según el idioma que hablaban y entendían. Tal parece que Dios lo permitió así, para evitar la gran especulación doctrinal que hoy día caracteriza a la teología moderna de las diferentes denominaciones.

Todavía se encuentran las diferentes naciones con sus diferentes lenguajes en los lugares en los que se establecieron originalmente. Por esa razón, me veo obligado a hacer esta aclaración que desde un principio sostengo: ¡Que el lenguaje humano, en los diferentes idiomas que existen en la tierra, no es el medio perfecto ni propicio para hablar y explicar apropiadamente, los fenómenos celestes y la voluntad divina! Tampoco se han podido explicar con propiedad, los mensajes y visiones que los profetas recibieron de Dios, y que no pudieron transmitir claramente a través del lenguaje humano. Por esa razón, muchos de los traductores no han podido traducir correctamente muchos de los mensajes y revelaciones de Dios a los hombres.

Por eso, hay mucho que estudiar y tratar de aplicar y entender en el lenguaje de la Biblia. En otro artículo de este blog, titulado: “Las Dos Biblias”, hago un resumen corto de algo que no puedo explicar aquí para no complicar mas el asunto, Está claro, que los “entendidos,” entenderán,  y podrán descifrar el mensaje oculto en los símbolos de la Biblia. Estos mensajes se encuentran en las parábolas, en las imágenes lingüísticas, en los diferentes símbolos, en las visiones proféticas, y en las alegorías que se narran para que alguien, con la inspiración de la Espíritu Santa, las entienda, y pueda sacar el mejor provecho del mensaje Divino revelado a los entendidos. 

Al tratar de explicar lo que a muchos les parece inexplicable, abrimos la inspiración Divina al entendimiento humano, y rompemos la pared de separación que el pecado, la transgresión, y el distanciamiento que se ha creado entre el hombre y Dios sea mayor. Ese distanciamiento es el que ha creado diferencias entre la voluntad humana y la voluntad Divina. Uno de estos obstáculos, como señalé, es el factor del lenguaje humano que tenemos que sobrepasar, para alcanzar una comprensión más profunda y aceptable, de las grandes verdades encerradas en La Palabra.

Habiendo aclarado este punto tan importante, trataremos de explicar algunas de las escenas de las visiones proféticas que recibieron los siervos de Dios y que requieren una explicación mucho más clara y precisa de la que los teólogos, acostumbrados a la teología tradicional, constantemente ofrecen. Esto, porque la teología se ha desvirtuado al adoptar el método científico de las otras ciencias, y al tratar de explicar los fenómenos espirituales de la Biblia, que nada tienen que ver con los métodos humanos de probar una teoría, de establecer una hipótesis, y de probarlas científicamente, a la vez que sean aceptables a Dios. Si a la Biblia, se le puede tratar de esa manera, tenemos que preguntarnos: ¿Qué provocó la ira de Dios en un principio?, ¿Qué provocó un diluvio que inundó todo el planeta?, ¿Qué provocó la separación de Dios de la tierra?, ¿Qué provocó la confusión en la comprensión del plan divino?, ¿Qué provocó que las ciencias fallaran en encontrar la cura de las enfermedades?, y ¿Qué provocó el caos que hoy existe entre los hombres de ciencia y la teología divina? Es claro, que la teología no se puede estudiar utilizando el método científico porque se prostituye. 

Observen lo mucho que tengo que explicar para entrar al tema que nos interesa, y que de nada serviría saberlo si no entendemos su importancia en el mundo de hoy.  En el capítulo 1 del libro de Ezequiel, así como en los mensajes que estos profetas traen al mundo, saturados de figuras de su tiempo, nos toca traducirlos y trasladarlos a nuestro tiempo, para poder entender los temas que Dios le trae al ser humano, y su importancia trascendental.

Estas visiones presentan signos de tecnología desconocida para el profeta, que sólo pudo identificar en ellas unos círculos que parecían ser ruedas. La invención de la rueda se produce muy temprano en la historia, debido a que los rebeldes hijos de los hombres trajeron tecnologías espaciales de otros mundos a esta tierra. En Génesis 4:21-22, se habla de instrumentación y de implementos metálicos que se fabricaron desde un principio, así como de instrumentos musicales. Las herramientas que utilizó Noé para construir el arca eran instrumentos rústicos pero funcionales. Tengamos en mente que el barco flotó por 150 días y no hizo agua ni tuvo que ser reparado.

El primer capítulo del libro de Ezequiel, menciona la fecha exacta de la visión que le fue mostrada al profeta, así como describe cosas novedosas: “Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, y en medio de ella, la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre. Cada uno tenía cuatro rostros y cuatro alas. Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido. Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados”. ¿Qué le fue mostrado al profeta? Exactamente lo mismo que vio el Apóstol Juan en Apocalipsis 4:6-7:  Un objeto volador que el profeta lo describe a su modo, debido a que no sólo lo ve desde afuera, sino que se le muestra el interior y los pasajeros que en la nave viajan, presentando sus diferentes caras o pareceres. 

Como explicamos anteriormente, las caras de animales que el profeta describe no deben ser traducidas o entendidas como animales, sino como “seres” porque en la realidad, no son animales. Aunque el parecido con estos cuatro animales mencionados confunde la apreciación del profeta y si yo lo fuera a describir, tal vez me ocurriría algo similar y de igual grado de dificultad en describirlo, porque son seres pensantes, inteligentes, dedicados, y leales, que representan sus respectivos mundos de los cuales proceden, y le sirven a Dios en diferentes misiones y gestiones, pero son “seres” y no debe ser entendido ni traducido como “animales”.  

Cuando el profeta describe las ruedas, en los versos 13 y 16, y una rueda mayor, que al verse desde abajo, desde la tierra, parece ser una rueda dentro de otra rueda, se refiere a la formación en línea y secuencia en que se mueven estas naves vivas. La clave está en los versos 19-20 que concluyen de la siguiente manera: “el espíritu de los seres está en las ruedas”, La fuerza del movimiento, está en las ruedas que en nuestro lenguaje llamaremos: “platos voladores”, pero que explicamos en el artículo precedente: OVNIS II, que son seres vivos inteligentes que conocen el universo y su misión.

Veamos algunas frases descriptivas que confirman su apariencia: “Su parecer era como de carbones de fuego encendidos” ¿Cómo podía una persona de esa época describir algo tan inusual y extraño como lo son estos seres? ¿Cómo podía comparar su apariencia física a otros seres o animales? ¿Como podría describir su existencia? ¿A qué cosas conocidas por ellos podían compararlos? Si después de verlos personalmente y recibir su mensaje, se me hace muy difícil describir para ustedes su especial apariencia, su vestimenta y color de su vestidura, si es que estaban vestidos, su piel, el resplandor de su presencia producido por la luz que emana que parece una lámpara de fuego, y todo lo demás que el profeta señala y el traductor interpreta.  Al tratarles de describir la visión de unos seres que el profeta menciona como “Una gran nube con un fuego envolvente, y en derredor de él, un resplandor, y en medio del fuego, una cosa que parecía como bronce refulgente”,  “Y en medio de ella, figuras de cuatro animales” puedo ver la descripción de lo que conocemos en nuestro tiempo como un plato volador brillante, con el centro abierto, donde se puede ver adentro, el color ámbar de su interior, donde viajan, los cuatro pasajeros que el profeta vio.

La apariencia o comparación a animales, que el profeta hace, es propia de la simple imaginación del vidente y la incapacidad del traductor en hacer lo propio, que no tiene muchas alternativas entre todas las cosas que pueden ser y que el profeta vidente relaciona con algo conocido para él. Con todo eso, la descripción que el profeta realiza es entendible para mi que los he visto antes, pero jamás, con lo que he visto, yo llegaría a una comparación tal al describirlos en este tiempo. 

En el capítulo 10:9 del libro de Ezequiel, nuevamente la aparición impacta al profeta que ve cuatro ruedas junto a los querubines. “Y junto a cada querubín, una rueda, y el aspecto de las ruedas eran como de crisólito”. Si fuera yo a describir el color de la luz que irradian, diría algo parecido a una fuerte luz verde azulosa y brillante que emanaba de la nave y de las criaturas. Aún así, mi descripción no es precisa en decir cómo son y cómo se comportan estos seres. Algunos escritores del tema se refieren a “los hombrecitos verdes”por el color de la luz que irradian. Tampoco puedo describir su presencia en las distintas fases en que se presentan juntos, (verso 10). Las cuatro eran de una forma como si estuvieran una en medio de la otra. No se tornaban cuando se movían, como hacen las ruedas de los carros, sino que al lugar adonde se volvía la primera, iban las demás. Al ser seres circulatorios, las naves se mueven sin tornarse porque son circulares. No existe comparación posible con nada parecido en esta tierra que no sean los platos voladores que hemos visto surcar el espacio, o los “drones” que actualmente vuelan por el espacio, captando fotos de todo lo que alcanzan con su poderoso lente.

El verso 19 es más descriptivo de la forma en que se mueven y que se acomodan los seres angelicales en el interior del plato volador. No me convence mi propia descripción en mi idioma o lenguaje imperfecto tampoco. Pues yo, que los he visto abrirse en el aire, emitir una columna de aire como el torbellino del tornado, o como una tromba por donde suben o bajan sus pasajeros o viajeros, no encuentro las palabras propias para describirlos. Esta es la misión de escritura más difícil que he tenido que emprender para dar a conocer esta gran verdad. De esa misma manera, puedo describir la acción que pude ver cuando uno de estos platos se colocó arriba de un estanque de agua en la carretera 304 del vertedero de Lajas, Puerto Rico, y lanzó el torbellino al tanque y succionó toda el agua del estanque en pocos segundos, y luego se remontó en el aire, desapareciendo en el horizonte. ¿Qué hacían con esa agua? ¿Porqué en ese lugar, frente a mis ojos? ¿Cómo podemos predecir su aparición, sino acompañada de una luz poderosa que a las seis de la tarde parecía que salía el sol de la mañana?

Vean ustedes y analicen mis descripciones. Lo difícil que se me hace convertir las palabras para que todos podamos entender cómo son, cómo se mueven, cómo abren las compuertas bajo la cubierta que se abre como una estrella de mar de cinco puntas.  Cómo cierra de forma hermética cuando va a arrancar sin hacer ruido alguno. Son una maravilla de ingeniería divina. Nada comparable a la tecnología humana. Pero muy parecido a las estrellas de mar que abren su compartimiento posterior en forma pentagonal.

Parece una locura tratar de describir en palabras, lo que por primera vez alguien, aparte del profeta, que lo hizo en las mejores palabras comparativas de su tiempo, y que yo no puedo describir con propiedad en el lenguaje nuestro, a pesar de toda la tecnología que he aprendido a utilizar en mi vida. Las películas de Hollywood que hemos visto que han creado los genios de la ciencia-ficción de nuestro tiempo, se quedan cortos en describirlos. Aún así, los genios del cine, que deben tener genes de los genios de la descendencia extraterrestre en su sangre, realizan estas producciones con mucha semejanza a la realidad. Con la diferencia, que crean las naves interplanetarias con materiales metálicos, en vez de hacerlos como lo son, seres vivos con forma de ruedas, platillos voladores, o naves que surcan el espacio a velocidades de diez o mil veces mas que la velocidad del sonido.

Nuevamente, insisto en aclarar lo difícil que es escribir algo que muy pocos han visto, que no es común ver, que no hay comparación con algo semejante que se pueda establecer su parecido, su forma, su estructura física, su cubierta, su comportamiento, y su piel, si se puede llamar piel o material del que están vestidos. Vean que es difícil para mí establecer una comparación con lo que conocemos en nuestros tiempos. ¡Qué difícil habrá sido para el profeta en su tiempo! Cuando el Profeta Elías fue trasladado, dice la biblia que vino a buscarlo un supuesto carro de fuego, según lo describe el texto de segunda de Reyes 2:11. “El profeta subió al carro en un torbellino”. Esto es nuevamente una confirmación de lo que he visto cuando el objeto volador gira a cierta velocidad y produce un torbellino o tornado de aire que forma un tubo escalera por donde suben o bajan sus ocupantes. En el caso del profeta Elías, la descripción es más sencilla y precisa, y por esa razón es más fácil de entender que no se trata de un carro de caballos volando. Esto debido a que en su tiempo el profeta lo comparó a lo más común según su experiencia.

Los dibujantes bíblicos lo han pintado como un carro de caballos del tiempo de Elías, volando en medio del fuego, que no es otra cosa que la fuerte luminosidad que caracteriza estos objetos voladores, que deslumbran como fuego. La traducción del concepto torbellino, o lo que entendemos como un tornado, es formidable para describir la tromba que forma el disco cuando gira a velocidades que el ojo humano no puede detectar. Esa es la forma en que los malignos crean tornados y huracanes que destruyen todo lo que encuentran a su paso.

Para poder describirlos, hay que verlos a la luz de cada época y circunstancias de su aparición, para el que nunca los ha visto, y que no ha presenciado su actividad en los cielos, su velocidad de traslación, su suspensión en el aire sin moverse, y su torbellino escalera, o manga de succión como los pude ver succionando agua. Al describir cómo ascienden en su centro, como si fuera un ascensor de aire o cuando giran a velocidades extremas y forman tornados que destruyen lo que encuentran a su paso.

En cada fase de su funcionamiento y en el desempeño de sus diferentes misiones o tareas destructivas, tendríamos que darle un nombre diferente, de acuerdo a cada función que desempeñan, tanto “los malos” como “los buenos”, separadamente. No olvidemos que son seres diferentes con diferentes intenciones, misiones, o encargos. Las tareas que desempeñan estos fieles siervos de Dios, aparte de cuidar de toda la creación y de sus criaturas, incluye vigilancia y control de los seres malignos para que no vayan más allá de lo permitido y hagan daños mayores a la tierra y a sus habitantes. Cuando el tornado o el huracán es creado por los buenos, su labor es de limpieza y descontaminación de las áreas por donde ocurre y nunca destruyen propiedades o vidas.

A medida que pasa el tiempo y nos acercamos al fin de esta dispensación de tiempo, la presencia divina se va retirando de la tierra y el poder de estos malignos aumenta en la misma proporción que Dios se aleja. Por eso vemos tantos accidentes, tanta maldad y violencia, tantas calamidades y desastres que les llaman naturales porque ocurren en la naturaleza, pero que no son naturales en esencia. Son calamidades causadas por estas poderosas fuerzas del mal cuando la presencia Divina se retira de una población en una ciudad o en un país. Cuando los habitantes del lugar se distancian de Dios y de sus mandamientos, de la presencia divina y de estos seres angelicales, querubines o extraterrestres, los malignos crean todo tipo de desastres, violencia y destrucción.

2 comentarios sobre “OVNIS… Parte III

  1. Ay Dios….que mucho disparate corrido. Q horrible. Llevame antes de q caiga en esta verborrea de un cientifico q no cree en las ciencias y el metodo cientifico para ENTENDER la Biblia.

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