Por: Dr. Norman González Chacón
Las Parábolas de Jesús
El idioma natural de Jesús fue el arameo de Galilea y la primera traducción que se realizó de sus palabras fue al griego. Esa traducción hizo que en numerosos casos se modificara el sentido original de sus palabras y se perdiera parte de su valor didáctico original. Cada traductor le da un toque propio a la traducción, y es por eso, que en cada versión bíblica, la preparación y el toque personal de cada traductor inducen cambios en las palabras y muchas veces en el pensamiento de lo que se dice.

Algunos Ejemplos
1. En la parábola de los siervos, a los que su señor les asigna dinero, Mateo habla de tres siervos que reciben cinco, dos, y un talento. En Lucas, la misma parábola menciona diez siervos, cada uno de los cuales recibe 100 denarios.
2. En la parábola de la gran cena de Mateo 22:2, el anfitrión es un rey, y en la misma parábola de Lucas 14, El anfitrión es un particular: el hombre rico. Otros detalles se pueden diferencian el evangelio de Tomás, y en el Evangelio de La Paz de los esenios. Cada uno con diferentes detalles del mismo evento. Lo mismo ocurre con las parábolas de bodas y el ladrón. En todos los casos, vemos discrepancias en la narración y en la traducción. No vamos a disentir ni a discutir los cambios que han ocurrido en todas las parábolas, pues ese no es el propósito nuestro en esta escrito, sino destacar el peso que las traducciones y la personalidad del traductor y su idiosincrasia tienen sobre el texto de cada parábola o de cada narración evangélica en general.
La iglesia primitiva interpretó las parábolas de Cristo lógicamente y las remitió directamente a la venida de Cristo (parusia), y por años, tanto la Iglesia, como los exégetas, las interpretaron de la manera más propia a los intereses que en ese momento incumbían a la iglesia y a la feligresía de su tiempo. Lo hicieron de la manera que creyeron más conveniente. No obstante, las diferencias entre unas y otras versiones, se pueden justificar bajo la premisa de la iglesia moderna y la teología contemporánea le han aplicado de forma simplista y directa. Por siglos, ninguno de ellos se percató del mensaje oculto en las parábolas, ni de su significado simbólico espiritual, que contiene el lenguaje secreto que ninguna traducción puede opacar o cambiar porque se constituye en una constante que no puede ser alterada por traducciones humanas ni conveniencias personales.
No importa su clasificación gramática, teológica, metafórica, parábolica, alegórica, o proverbio, lo cierto es que a raíz de la aparición de los rollos del Mar Muerto en Qumran, y de otros lugares donde se han hallado escritos esenios de las Escrituras y de la relación de Jesús con esos estudiosos de las mismas, se puede deducir que el fondo histórico de las parábolas y la intención divina del Maestro, representan dos mensajes diferentes, pero complementarios en su esencia: Uno es literal, y el otro es profético que revela la voluntad divina para sus siervos fieles que se han de salvar. Jesucristo tiene una intención que va más allá del hecho, cualquiera que sea y de la parábola literal, diga lo que diga. Es porque en ellas existe una intención primaria y otra secundaria. La primera es la narrativa literal, que puede contener una enseñanza espiritual, prospectiva profética. La segunda, es otra cosa diferente. Se trata de un mensaje oculto y misterioso que sólo los entendidos pueden entender, según señala el maestro en Mateo 13:11. Son misterios del Reino de los cielos que han estado guardados en cada parábola para los elegidos que puedan entender el verdadero mensaje oculto que corre paralelo al texto literal de cada símbolo que se presenta en la Biblia.
Desde Génesis hasta Apocalipsis encontraremos dos mensajes que corren paralelos que se complementan, pero que dicen cosas diferentes que son guardadas y protegidas para los “entendidos”(Mateo 13:11-17, y Daniel 12:10).
Por siglos, el mensaje del misterio escondido ha estado allí esperando que sea descubierto por los “entendidos” que lo rescaten para la preparación de un pueblo para encontrarse con su Señor. Al parecer, no ha habido muchos entendidos que se interesen por ese mensaje oculto. A continuación, cito un párrafo de la página 15 del libro “Las parábolas de Jesús”, escrito por Joachím Jeremías, en el que hace un análisis literario de las parábolas de Jesús en su sitz im leben, en sus contextos, formato y estilo. Pero no descubre, después de un estudio tan exhaustivo, el significado oculto que contienen las parábolas, habiendo pasado por cada detalle de cada una de ellas.
Es increíble, que despues de un estudio literario tan abarcador y profundo, el profesor no haya encontrado la clave secreta de los mensajes que revelan el misterio escondido (Véase Mateo 13: 11, 44, Hechos 28:26-27, Isaías 6:10, Lucas 8:10, Mateo 13:52, Apoc.5:1-5, Apoc. 10:7-11 y Apoc. 18:1).
Las parábolas de Jesús, tomadas en conjunto, no solamente se han transmitido de un modo seguro, sino que también son una materia que al parecer, no presentan problema alguno para que el simple lector las entienda. Conducen a los oyentes a un mundo que les es familiar. Todo es tan sencillo y claro que un niño las puede comprender. Todo es tan evidente, que los oyentes pueden contestar cada vez: sí, así es. Sin embargo, las parábolas nos presentan un problema diferente y difícil. El descubrimiento de su sentido original para sus discípulos ”entendidos” de todas las edades.
Muchos analistas exégetas y teólogos han estado cerca de descubrir los secretos ocultos del reino de los cielos según los reveló Jesús en Mateo 13:11 y 35 y en Marcos 11:22-34, según se encuentran en las parábolas. Pero el misterio ha estado oculto a sus ojos y no han podido entenderlo debido a que sólo lo entenderán “los entendidos” (Mateo 13:11, Daniel 12:9-10). “Porque, de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y de oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mateo 13:17).
El mensaje oculto de las parábolas estaba determinado para ser revelado en el tiempo postrero,o tiempo del fín (Daniel 12:3-9-10). Su revelación estaba destinada para que se pudiera entender el libro apocalíptico de la revelación que aún no se había revelado a ningún hombre. El método interpretativo está en las parábolas de Jesús y su intención era doble: primeramente, ocultar el verdadero mensaje del último tiempo a los ojos de los mensajeros enemigos y prevaricadores que lo querían destruir. Posteriormente, que sus discípulos sinceros tuvieran fuerza, poder, y consuelo, para resistir los embates de los enemigos de la verdad en los últimos días de la historia del mundo, cuando todo el mensaje estuviera adulterado, como así ha ocurrido. Los símbolos del camino han servido para guiar al pueblo de Dios de los últimos días en la luz de la voluntad divina, en el tiempo más oscuro de la historia, Ahora, vemos como en un espejo, claramente la voluntad divina, desde Génesis hasta Apocalipsis, con una nueva y refrescante versión del Evangelio eterno para los “entendidos”.
Los 2 mensajes corren paralelos y muy entrelazados por todo el texto bíblico, a fin de proteger el verdadero y último mensaje de los ataques de sus enemigos, intérpretes, traductores, y teólogos que por siglos han dividido o desviado la verdad a sus intereses particulares.
El mensaje oculto de las parábolas, descorre el velo de lo desconocido para convertir todo lo conocido en una nueva y fresca revelación: la verdadera luz que ilumina el camino de la última revelación de Jesucristo a los entendidos. Esta fase reveladora, saca del tesoro cosas nuevas y cosas viejas debido a que el mensaje, viejo literal, se viste de bodas con la nueva visión interpretativa de las parábolas. Es así con la historia de Adán y Eva en el Edén. Se viste de un nuevo significado con elementos aclaratorios que no están en el Génesis a la simple vista del lector común. Lo mismo ocurre con los sueños de José con sus hermanos, del copero y del panadero, los sueños del Faraón de las siete vacas, y de los siete años que sirvió Jacob a Labán por cada una de sus esposas. Las parábolas se encuentran por toda la Biblia (Génesis. 21:28, Génesis 48:19, 49:1-27 y Éxodo 21:6), las 7 hijas del sacerdote de Madian y la zarza ardiendo (Éxodo 32). Otro elemento que contiene una gran cantidad de imágenes ilustrativas a manera de parábolas es el tabernáculo del desierto que contiene información profética clave, en símbolos que forman una parábola. En fin, en cada libro de la Biblia hay mensajes ocultos con símiles, símbolos, alegorías y parábolas. Pero son las parábolas las que hablan en sentido profético el mensaje oculto que corre por todo el texto bíblico.
Análisis de las parábolas: Las siete (7) parábolas, y las siete (7) palabras clave.
Primera Parábola
La primera parábola de Mateo 13, que es el texto más preciso de la secuencia, indica que el sembrador, esparció la semilla y ésta cayó en diferentes tipos de terreno. De acuerdo a la topografía del mismo, fructificó o se secó donde no tenía mucha tierra. Mas saliendo el sol, se quemó; y secóse, porque no tenía raíz. Y parte cayó entre las espinas; y las espinas crecieron, y la ahogaron. Y parte cayó en terreno bueno, donde produjo frutos cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta (100, 60 y 30). Estos tres primeros terrenos donde cayó la semilla son tres intentos por sobrevivir que no tuvieron éxito y las semillas se perdieron. Jesús explica las razones por las cuáles no sobrevivieron. Al definir el éxito de la semilla que cayó en buena tierra, también la divide en tres etapas diferentesde acuerdo a sus frutos. La que dio fruto a 100% la que dio fruto a un 60% y la que sólo dio un 30%. Son números que definen a los que reciben la palabra y dan frutos en diferentes proporciones.
No vamos a entrar en muchos de los detalles de la parábola, porque podría ser de tropiezo para los que la entienden y fructifican en ella con sus diferentes porcientos. Pero es importante señalar que estos tres tipos de oyentes que reciben la palabra con gozo son los tres tipos de cristianos que con sus dificultades particulares entienden y aceptan y se preparan para el reino. Cada cual debe analizar si su envolvimiento, su entendimiento en el mensaje que lo clasifican en una de estas tres categorías puede mejorar, y de eso depende su salvación. No vamos a entrar en los detalles de cada parábola ahora debido a que hay infinidad de escritos en los que se discuten los aspectos literarios de cada una. No sabemos si hacemos bien al revelar este secreto que el Señor nos ha revelado, pero lo hacemos confiando en que los “entendidos” lo entenderán y el resto no lo entenderá ni lo podrán usar indebidamente contra el texto de la Biblia o contra sus hermanos, o sacarlo fuera del contexto, como han hecho los exégetas y teólogos con el texto del Evangelio. Sólo queremos alcanzar aquellos creyentes sinceros que buscan profundizar en los secretos del misterio del Reino de los cielos buscando la perla de gran precio si cavando profundo la hallan.
Segunda Parábola
La segunda parábola de esa disertación compara el Reino de los cielos con un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero por la noche, cuando todos dormían, vino un enemigo y sembró la cizaña (Lolium temulentum) que es una hierba parecida al trigo, pero tóxica. Y luego de haberla sembrado, se fue. Más adelante en la historia, los científicos de Satanás juntaron mediante hibridación al trigo bueno con otras variedades para lograr trigo en las diferentes estaciones del año. De ese proceso salió trigo de muy mala calidad. La toxidad de dicha combinación ha ido dominando sobre la genética del trigo bueno hasta hoy que tenemos un trigo tóxico cuyo gluten daña el cuerpo humano de quienes lo consumen. Cuando Jesús le dice a los discípulos que en las parábolas les revelará cosas que han estado escondidas desde la fundación del mundo (Mateo 13:35).

Citando las palabras del profeta: “Abriré mi boca en proverbio; Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos” (Salmo 78:2), que indica la intención de las parábolas y su verdadera razón de existencia, nos percatamos que ese enemigo sembró la mala semilla en el cielo, mil años antes de la creación de la tierra. A esa distancia de la existencia se remonta a la primera definición de la parábola del sembrador. Esta acción se repite una y otra vez en la historia de la tierra. Ese enemigo sembró la mala semilla en el cielo y causó una gran conmoción entre las huestes de ángeles celestiales, de los cuales una tercera parte cayó en el engaño y sucumbió a las cizaña introducida. Luego de creada la tierra, ese enemigo sembró la cizaña en la mente de la primera pareja, convenciéndolos para que comieran de la fruta prohibida. Después de hacerlos caer en el engaño, sembró la mala semilla en el vientre de Eva y no se disculpa. Al contrario, sigue sembrando la mala semilla entre todos los nuevos habitantes de la tierra recién creada. Sembró la mala semilla en el corazón de Caín. Según las Escrituras, éste resultó ser hijo del maligno (1 de Juan 3:12). La parábola del sembrador tiene alcances tan grandes en la tierra como lo tienen los eventos hasta el día de hoy: Satanás ha sembrado la mala semilla en la Tierra, en los sembrados, en los frutos y vegetales, en las aguas, en los árboles, en la vegetación, en la palabra de Dios, en las iglesias, en los gobiernos, en las naciones, en la mente de los hombres, y en cada cosa buena que Dios creó perfecta en un principio y que ese enemigo la ha adulterado con cizaña. La Biblia no es la excepción, y ese enemigo ha usado a los traductores y a la Iglesia para pervertir, con esa mala semilla, todo lo que Dios hizo bueno en gran manera y que ha sido objeto de su obra maligna.
Hoy día, las diferentes enseñanzas de las escuelas y universidades contienen errores que van encaminados a sacar a Dios de todo lo que el hombre realiza; de toda actividad y ponen en ridículo, la fe y la religión que profesan muchos estudiantes que cuando entran a esas escuelas en busca de una preparación formal profesional, ven su fe ridiculizada por los supuestos profesores universitarios. Por esa razón, Dios tuvo que esconder el mensaje final a su pueblo en parábolas, símbolos, alegorías y otras figuras del lenguaje. Para evitar que Satanás pudiera intervenirlas a través de traductores, teólogos, intérpretes y versiones y revisiones, y por mentes depravadas. Por esa razón, el mensaje permanece oculto y sólo los entendidos que prestan su voluntad de creer y salvarse lo pueden comprender en su esencia y verdadero significado.
La primera parábola que identifica los cuatro tipos de creyentes que oyen la palabra. Y tratan de comprenderla y dar frutos nos da una idea de lo difícil que es encontrar gente que entienda y que fructifique en la palabra.
De los cuatro tipos de oyentes, sólo uno la entiende y lleva un mensaje clasificador que identifica al enemigo y sus tácticas engañosas. La mala semilla de cizaña ha proliferado en todo evento y en todo cuanto el Creador hizo bueno. Eso repercute en la mente de una inmensa mayoría de creyentes cristianos que han recibido un mensaje adulterado de parte de sus dignatarios y dirigentes religiosos. En todos los demás aspectos de la vida, la verdad está mezclada con el error y es muy tarde para separar lo bueno de lo malo. Cuando se introduce una pequeña porción de error en una gran verdad, l resultado es que toda la verdad se convierte en una mentira.
Tercera Parábola
La tercera parábola compara el Reino de los cielos al grano de mostaza que alguien sembró en su campo. Esta pequeña semilla crece y se constituye en un frondoso y grande árbol donde las aves anidan. Aquí el Maestro describe como la pequeña semilla del Evangelio, cuando se siembra en un campo fértil, crece, se hace un frondoso árbol que le da sombra a las aves del cielo para anidar en sus ramas. Aquí hay sabiduría divina, y el maestro adelanta proféticamente, lo que ocurriría con el Evangelio cuando crece que tenga ramas frondosas (iglesias populosas), donde todo tipo de aves, tanto buenas como de rapiña, anidan en sus ramas. Las iglesias y los ministros de corbata, sacerdotes y teólogos han anidado en las iglesias cuyo tronco originalmente era un estandarte de la verdad divina. Todo se disolvió, como la sal en el agua. Y hoy sufrimos una perversión de la verdad tan grande, que es muy difícil volverla a su condición original (Isaías. 59:15). Todo está afectado por la mala semilla que sembró el enemigo y no hay manera de sacar de la mente humana los errores introducidos. La recomendación del Maestro fue de dejarlos crecer hasta la siega y ahí se separará el trigo bueno de la cizaña.
Por esa razón, repetimos, Dios tuvo que ocultar el verdadero mensaje bajo símbolos parabólicos a fin de protegerlo de los enemigos que lo han querido adulterar, destruir y hacerlo desaparecer para conformarlo a los intereses personales de unos.
No obstante, para el creyente ávido de encontrar la verdad, el mensaje de la Biblia se convierte en alimento espiritual cuando se van comprendiendo los mensajes ocultos en el texto literal y le dan una nueva dinámica al texto común literal, que corre desde Génesis hasta Apocalipsis.
Esta nueva revelación del mensaje final es dinámica y progresiva. A medida que el creyente va adquiriendo los conceptos nuevos que le dan vida al mensaje literal, que por siglos ha estado vigente en el estudio común de la Biblia como la cizaña estará haciendo daño hasta la siembra final; hasta ese tiempo, tendremos que separar la paja del grano.
Cuarta Parábola
Es altamente significativa para enmarcar y resaltar los tres errores doctrinales que una mujer (una iglesia), escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudado o fermentado. Cuando estudiamos la interpretación común de la teología errada, vemos que se le da una interpretación falsa y desviada a la verdad cuando se enseña en muchas escuelas de teología que la levadura es el elemento poderoso que ha hecho crecer el evangelio. Pero según nuestro maestro Jesucristo, la levadura que hace crecer la masa artificialmente, produciendo burbujas de aire en el pan, es la doctrina de hipocresía de los Saduceos y Fariseos del tiempo de Cristo, que no son otra cosa que los pastores, ministros, sacerdotes y teólogos de nuestro tiempo. La infatuación del Evangelio en tres medidas de harina es lo que podemos señalar como las tres doctrinas de error que la iglesia cristiana ha introducido en el Evangelio y que lo han adulterado al extremo: 1. La inmortalidad del alma. 2. La abolición de los mandamientos, leyes y estatutos perpetuos. 3. El concepto de salvación universal por medio de la fe y la gracia divina. Estos tres conceptos que han transformado el verdadero evangelio de Cristo en una confusión universal de conceptos erróneos, han contaminado la mente de toda la cristiandad, constituyen la cizaña que el enemigo de la segunda parábola sembró en el campo del Señor. Hoy día, todo el Evangelio está leudado o fermentado con la levadura de la iglesia cristiana que introdujo esos tres grandes errores doctrinales en el Evangelio, y que todos los creen como verdades bíblicas, cuando no lo son en realidad. Las consecuencias de la levadura que fermenta la gran masa de creyentes en el Evangelio, ha ido erosionando la verdad a tal grado, que muchos profesionales se avergüenzan de decir que son cristianos porque en las escuelas y universidades ridiculizan a los creyentes del Evangelio y los hacen parecer ignorantes y tontos.
Quién estudia en esas universidades termina confundido y su fe flaquea cuando tiene que dar testimonio. El hombre ha sacado a Dios de las escuelas, de las cortes de justicia, de los gobiernos, de las actividades públicas y del corazón de las almas sinceras.
En el verso 35 del capítulo 13 de Mateo, el Señor testifica: “Abriré en parábolas mi boca, y declararé cosas que han estado escondidas desde la fundación del mundo”. Estas declaraciones del Maestro Jesucristo, son la evidencia clara y contundente de que en las parábolas está la revelación de los últimos mensajes a la feligresía del tiempo final y del libro no comprendido del Apocalipsis a las siete Iglesias, que han persistido denominaciónalmente a través de los siglos hasta hoy día.
En este punto, los discípuos interrumpen la plática del Maestro para pedirle que les interprete la parábola de la cizaña del campo:
Aquí el Maestro aprovecha para introducir las siete (7) palabras clave que abren la puerta de lo conocido a lo desconocido; de lo literal común, a lo simbólico espiritual, de lo que todos saben, a lo nuevo y maravilloso de la revelación:
- El que siembra la semilla = es el Hijo del Hombre.
- El campo es = el mundo.
- La buena semilla = son los hijos del reino.
- La cizaña = son los hijos del malo.
- El enemigo que la sembró = es el diablo.
- La siega = es el fin del mundo.
- Y los segadores = son los ángeles.
Estas siete definiciones son las que Jesús introduce en sus parábolas. Para que sus discípulos descifren los misterios que han estado escondidos desde la fundación del mundo. Y de los eventos finales que más adelante le serían concedidos a las 7 iglesias de Asia, que a su vez. Representan las 7 grandes movimientos cristianos. Que se desarrollarían a partir de su ausencia. En el Apocalipsis se utilizaron los mismos elementos simbólicos de las parábolas. Y se añadieron algunos otros. Que se definen en el mismo texto de Apocalipsis 1:20. Estas definiciones autólogas del Apocalipsis, se añaden a las 7 palabras claves de Mateo 13. Y nos permiten, junto a otros textos, descubrir el misterio de las parábolas por su mismo autor, el Señor Jesucristo. Por lo tanto, es Él, el único que puede desatar los sellos y revelar los misterios escondidos en el libro escrito por dentro y por fuera. Este es el libro que nadie podía abrir, ni en el cielo ni en la tierra, ni debajo de la tierra. Abrirlo y desatar sus sellos o mensajes celosamente guardados para el tiempo indicado (Apocalipsis 5:2 y 3). Y cuando uno de los ancianos me dice: “No llores. He aquí el León de la tribu de judá, la raíz de David, que ha vencido para abrir el libro y desatar sus 7 sellos”.
Es interesante notar que en Mateo 13, Jesús ofrece el mensaje en 7 parábolas y les da para entender las 7 palabras clave que son la llave que abre los misterios que habían estado escondidos desde la fundación del mundo. Este libro está escrito por dentro y por fuera y viene de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Sabemos que la mano derecha representa la herramienta que trata la salud de los enfermos. Y que el libro sellado tiene 2 mensajes que corren paralelos a través de su texto. De eso se tratan las parábolas: un mensaje dentro de otro mensaje para que sólo los entendidos lo puedan entender (Mateo 13:11).
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres y los 24 ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico” (Apocalipsis 5:7-9). Este nuevo cántico se refiere al nuevo mensaje que surge del libro que al desatar sus sellos, se abre para que se pueda entender un nuevo mensaje, que reafirma el mensaje tradicional con nuevos elementos que le hacen sonar como nueva música a los oídos. Por eso se denomina como cántico el mensaje del misterio escondido revelado por El León de la tribu de Juda, El Maestro Jesucristo. Al darse a conocer este mensaje, la palabra de Dios, que es la espada de 2 filos produce un efecto de juicio sobre los que los aceptan y sobre los que los rechazan. Nueva luz del candelero ilumina a los que aceptan que ven el camino alumbrarse con la gloria de Dios y los que lo rechazan se quedan sin luz en las tinieblas oscuras de la ignorancia. El mensaje del Señor es dinámico y progresivo. Le ofrece nuevos recursos a sus siervos, a la vez que confunde a los enemigos de la verdad, como ocurrió con los fariseos y los Saduceos cuando enfrentaban al Maestro. La verdad es una luz que brilla y alumbra el camino de la salvación a los que caminan en la dirección correcta. Esos son los entendidos que entienden. El siete (7) aparece unas 437 veces a través de todo el texto bíblico.
El siete (7) es el número de la plenitud divina y cuando se usa como se presenta en la Biblia, en las parábolas, y en Apocalipsis, es la señal que indica que la plenitud del poder divino está en acción y hay perfección en lo que señala.
- La creación de la Tierra en siete (7) días (Genesis 1).
- El ciclo semanal de siete (7) días.
- Siete (7) milenios para la historia de éste mundo.
- Cualquiera que mate a Caín siete (7) veces será castigado.
- De todo animal limpio tomarás siete (7) parejas.
- Jacob le sirvió 7 años a Labán por Lea y 7 años por Raquel.
- Pasados otros siete dias, yo haré llover sobre la tierra.
- En el Éxodo se menciona el siete (7), en 16 capítulos.
- En el levítico se menciona el número siete en 38 capítulos.
- En Números se menciona el siete (7) en 25 capítulos.
- En Deuteronomio se menciona el siete (7) en once textos.
- En Isaías 4:1 se profetiza sobre las siete (7) mujeres que en el tiempo del fin echarán mano de un hombre. Esas siete (7) mujeres representan a las siete iglesias de Apocalipsis que sólo les interesará tener el nombre del esposo; “cristianas”, para ellas evitar el oprobio y ser exitosas en sus negocios y actividades proselitistas. No aceptan las bendiciones que el esposo les pueda dar ni su protección, ellas sólas se mantienen, se visten de su propia ropa de justicia, de acuerdo a la moda que les gusta, y se alimentan de lo que ellas prefieren alimentarse, sin aceptar nada del esposo ni obedecer sus leyes. Actúan como mujeres libres que se venden por dinero. Esta importante profecía de Isaías, menciona claramente que son siete (7) mujeres; lo que indica que se trata de la totalidad de las iglesias de su tiempo. La plenitud del número siete (7) es el cumplimiento de las profecías. En su tiempo, en Apocalipsis, el siete se menciona 40 veces. En total, el número siete (7) aparece unas
437 veces en la Biblia.
Quinta Parábola
En esta parábola, el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo: (ya estudiamos que el campo es el mundo,según el Mateo 13:38). Y ese tesoro, está escondido, por lo que el hombre que lo descubre vende todo lo que tiene y compra el campo para obtenerlo. En esta parábola de un solo texto, al igual que lo es la de Isaías 4:1, se nos exhorta a salir de nuestros intereses mundanales y posesiones terrenales para comprar ese tesoro escondido y darlo a conocer al mundo. Ya se nos había aclarado en la primera parábola de la semilla que cae entre las espinas del capítulo 13:22, que: “El afán de este siglo, y el engaño de las riquezas y posesiones, ahogan la palabra y la hacen infructuosa”. Las iglesias llamadas “cristianas” la rechazarían, así como han rechazado la ayuda divina y el don de sanidad; Han despreciado los mandamientos, han falseado el derecho de los estatutos y han creado sus propias doctrinas de justificación que el mundo ha aceptado fácilmente.
Sexta Parábola
Es semejante a la quinta; nos presenta al hombre tratante o negociante que se dedica a buscar perlas y a comprarlas. Cuando halla esa perla preciosa de gran precio, vendió todo lo que tenía y la adquirió. Esa debe ser la actitud de quien encuentra el tesoro, la perla de salvación y la adquiere vendiendo todas sus posesiones para adquirirla. “El que lee, entienda”.
Séptima Parábola
Indica que el reino de los cielos es semejante a la red, que echada en la mar, coge toda clase de peces: la cual estando llena, es sacada a la orilla donde escogen los peces buenos en canastas, y los malos los regresan al mar. Añade el señor su comentario al respecto y nos da la definición correcta para evitar malos entendidos (Mateo 13:49): “Así será al fin del siglo; saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos (verso 50), y los echarán en el horno del fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes. Dicho esto, el Maestro les pregunta a los discípulos: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: “Sí Señor”, y añade: “Por eso, todo escriba doctó en el reino de los cielos, es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas” (Mateo 13:52). Con esta aseveración, el Señor nos indica que de ese tesoro, tenemos que aprender cosas nuevas que ojo no vio, ni oreja oyó; ni han subido al corazón humano, porque el mensaje final debe contener cosas nuevas para complementar y ampliar lo viejo que está escrito en el texto literal, y qué se amplía y se complementa con lo nuevo que surge de las parábolas que acababa Jesús de pronunciar, como clave y esencia del mensaje que los discípulos de todas las épocas deben de predicar al mundo, si lo entienden. Ese mensaje que el Señor quiere llevar y que se encuentra encapsulado en todas las parábolas que Jesús compatió con sus discípulos. Si aprendemos a entender el mensaje escondido como la perla de gran precio y el tesoro del campo, Si nos dejamos guiar por la iluminación del Espíritu Santo, descubriremos ese tesoro escondido que tiene tanto valor para los discípulos que se conviertan en la etapa final de la historia de esta Tierra. Jesús fue claro y contundente cuando les preguntó: “¿Habéis entendido?”
COSAS NUEVAS Y COSAS VIEJAS
“Y Él les dijo: todo escriba docto: En el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. Habiendo terminado Jesús de definir el significado de las parábolas a sus discípulos, les pregunta: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Y ellos respondieron: Sí, Señor”(Mateo 12:35, y Mateo 13:51). No queda la menor duda de que aunque dijeron haber entendido, realmente no entendieron el alcance de las palabras del Maestro.
Posiblemente después de su partida y ascensión que quedaron solos, El Espíritu Santo les recordó esas palabras y los iluminó para que entendieran que todo lo nuevo que Jesús compartió con ellos era parte del nuevo mensaje que a ellos mismos les tocaba a su vez compartir con el mundo. “Todo escriba docto en el reino de los cielos, saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas”. Jesús sacó del mensaje tradicional del judaísmo de su tiempo, lo poco que podía utilizar en su nueva proyección del Evangelio. En cada alocución a sus discípulos les presentaba nuevas verdades que los judíos habían ignorado por su obstinación en mantenerse apegados a la letra y a la tradición de las leyes que ellos mismos interpretaron a su antojo y conveniencia.
Les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas (Mateo 7:29). “Porque os digo, que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y de los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (Mateo 5:20). Hoy día, es bien difícil asistir a una iglesia y escuchar un mensaje nuevo y refrescante que no sean los tradicionales conceptos que se repiten, y repiten, en cada sermón como muletas para sostener un mensaje enfermo y muerto, sin vida y sin aliento, para una iglesia hambrienta y sedienta de cosas nuevas que puedan ser atesoradas en las corazones, para edificación, conversión y novedad de vida.
Aunque el mensaje de las parábolas está escrito junto con todo el texto bíblico tradicional, cuando entendemos el verdadero mensaje que surge del texto literal, y conocemos el lenguaje simbólico del misterio escondido, todo ese Tesoro que ha estado oculto a la vista común, se viste de nuevo y reaparece un poderoso mensaje que vuelve el alma y alegra los huesos y el corazón de los hambrientos de la palabra; Un mensaje completo, convincente, lógico, y más cortante que una espada de dos filos. Noten que en el Apocalipsis, El profeta ve en la mano derecha del que estaba sentado en el trono, un libro escrito por dentro y por fuera y sellado con siete (7) sellos. Este libro estuvo cerrado y sellado por siglos debido a que no había, ni en el cielo ni en la Tierra, alguien digno de abrirlo y desatar sus sellos. En ese acto, el profeta llora porque no había sido hallado, ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo, y mucho menos, de desatar sus sellos.
Pero Jesús, el León de la tribu de Juda, la raíz de David que ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete (7) sellos, lo hizo en siete (7) parábolas que dio a sus discípulos un día a la orilla de la Mar de Galilea. Al pronunciar estas siete (7) parábolas y ofrecer las definiciones en siete (7) palabras clave, abre los siete (7) sellos del libro y los pone a la luz de los entendidos. El mensaje a las siete (7) iglesias de Apocalipsis es parte de ese libro sellado que él abrió para que en el tiempo postrero, tuviéramos la luz que necesitamos para iluminar el camino a la nueva Jerusalén. El León de la tribu de Judá ha vencido para abrir el libro y desatar los sellos que habían estado cerrados por cuatro mil años.
El capitulo 5 de Apocalipsis, es interrumpido por el capítulo 6, que está fuera de su lugar. (Esto ocurrió cuando los escribas que encontraron los escritos de Juan en la isla de Patmos, no supieron del orden en que habían sido dictados los mensajes por el ángel y los colocaron fuera de lugar, que en secuencia les pertenece). Por lo tanto, el capítulo 10, es el que va después del 5, y es continuación del mismo, hasta la interrupción que ocurre en el capítulo 11, qué es secuencia del capítulo 6:13-14. Para fines interpretativos correctos, el capítulo 10, es secuencia del 5. Por esa razón, el ángel fuerte que desciende del cielo y ruge como león, es detenido en su acción y se le da la orden de no escribir hasta que el misterio de Dios sea consumado, tal como él lo anunció a sus siervos los profetas. Este ángel, baja cercado de una nube y ostenta el arco celeste sobre su cabeza; y su rostro es como el sol y sus pies como columnas de fuego. Es Cristo, el León de la tribu de Juda que se menciona en el capítulo 5, y tiene en su mano el libro o el librito abierto, con un pie en la Tierra y otro en el mar, lo que es indicativo de que es un mensaje abarcador que cubre toda la creación y por eso jura por el que ha creado el cielo y las cosas que están en ellas y el mar y las cosas que están en el mar; que el tiempo no se extenderá más y el misterio de Dios será revelado, tal como él lo anunció a sus siervos los profetas (Apocalipsis 10:6). Cuando el profeta probó el libro, le supo dulce en la boca, pero luego, le amargó el vientre. Reitera el ángel que hay que profetizar nuevamente a muchos pueblos, gentes, lenguas y reyes. Este es el mensaje que Jesús le anticipó a sus discípulos en las siete (7) parábolas clave que contienen el último mensaje de amonestación al mundo que perece bajo el dominio de las enfermedades que Satanás ha creado para someter a sus víctimas que no tienen el nombre de Dios escrito en sus frentes.
Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas. La verdad presente para esta etapa de la historia es una revelación nueva que aunque amarga el vientre de quienes la prueban, es una dulce noticia que llena el alma de alegría, gozo y dulzura. Es el mensaje de Elías, Profeta que surge como un llamado a su pueblo a adorar al Dios que hizo la creación y todo lo que en ella hay. El capítulo cuatro de Isaías y el capítulo 12 de primera de Reyes, son complementos anticipados de esta profecía de Apocalipsis 5 y 10 que esboza lo que el pueblo de Dios tendrá que pasar en ese tiempo en que no habrá lluvia ni profecía en la Tierra: La tinaja de la harina no escaseará ni se disminuirá la botija del aceite hasta el día en que Jehová da la lluvia sobre la Tierra. Se volverán a hacer milagros en ese tiempo, como los del tiempo de Cristo en su ministerio. Se levantarán muertos y el mundo reconocerá que la verdad de Jehová está en nuestras bocas; 1era. de Reyes 17, 18, 24. El capítulo 12 de Daniel describe también las escenas que se producirán al fin de los tiempos.: Multiplicaráse la ciencia, muchos serán limpios y emblanquecidos, y purificados; más los impíos obrarán impíamente y ninguno de los impíos entenderá. Pero entenderán los entendidos. Y los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; Y los que enseñan a justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad (Daniel 12:3 y 10).
El mensaje nuevo NO reemplaza al mensaje viejo, al contrario, lo fortalece, lo complementa, y lo actualiza porque lo entendemos a la luz de la ciencia que se ha aumentado. La verdad presente es progresiva, es dinámica, y se renueva en cada siglo. La luz de la verdad es como la luz del sol que va aumentando a medida que va saliendo hasta que llega al mediodía de la historia. Los Fariseos, y Saduceos del tiempo de Cristo, no pudieron ver la verdad presente que tenían ante sus ojos porque estaban hinchados y saturados de la vieja levadura (1era. de Corintios 5:7-9). La vieja levadura corrompe la masa del Evangelio si no se limpia y se renueva (Verso 8). “Así que hagamos fiesta, no en la vieja levadura, ni en la levadura de malicia y de maldad, sino en ázimos de sinceridad y de verdad”. Los pastores y ministros que no conocen la verdad presente de hoy dìa, son como los Fariseos que no pudieron ver lo que tenían ante sus ojos: Dios se manifestó a través de su hijo entre ellos y no lo pudieron reconocer. “A los suyos vino, y los suyos no le recibieron” (Juan, 1:11-12). Ellos esperaban un salvador al frente de un ejército poderoso para librarlos de los romanos. Ese era el concepto que ellos mismos habían creado para justificar la venida del mesías esperado. Tuvieron al hijo de Dios frente a sus ojos y no lo pudieron reconocer porque sus conceptos tradicionales pasados, no estaban de acuerdo con la verdad presente que tenían ante sus ojos. De nuevo, como los ministros, pastores y sacerdotes de este tiempo no pueden entender la verdad presente de hoy, porque viven un pasado histórico que se va transformando de siglo en siglo y que sus ojos no pueden ver, ni sus mentes comprender, porque son pobres, ciegos, y desnudos, ante la majestad del cielo que se presenta ante ellos, y esa es la verdad presente de hoy día.