Por Dr. Norman Gonzalez Chacón
“Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada”(Mateo 15:13).
“Todo lo que el hombre sembrare, eso cosechará” (Gálatas 6:7).
Estas importantes declaraciónes del Maestro, tienen varias interpretaciones diferentes sumamente importantes. Jesús emitió esta declaración cuando supo que los Fariseos se ofendieron porque les dijo: “Hipócritas, que invalidaís los mandamientos de Dios por vuestras tradiciones” (Mateo 6:7,Marcos 7). De inmediato, añadió: “Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada”. Como toda palabra que sale de la boca del Señor, tiene connotaciones particulares que nos llevan a tres conclusiones diferentes entre sí, pero muy significativas en el entendimiento y comprensión de las intenciones del Maestro: Una se refiere a los dirigentes religiosos que han invalidado los mandamientos de Dios, los preceptos, y los estatutos divinos para establecer sus propias doctrinas y mandamientos para imponer tradiciones a su conveniencia (Mateo 15:6). Esa era la práctica de la curia religiosa de su tiempo, y exactamente la condición de las iglesias cristianas existentes al día de hoy. Han invalidado las leyes divinas para imponer sus doctrinas y tradiciones inventadas por hombres, para atraer peces a la red y llenar las iglesias de toda clase de gente.

La segunda conclusión es tan importante como la primera, porque descorre el velo de lo no revelado y lo pone al alcance de todos los que puedan entender la palabra: “Toda planta que no plantó el Padre celestial” en la creación original de la tierra, será desarraigada. Esta declaración de Jesús revela dos importantes hechos que son clave para aclarar conceptos, que la iglesia cristiana ha pervertido en su interpretación de las escrituras. Uno de esos conceptos convertido en doctrina es el primero de los tres grandes errores que una mujer (una iglesia), puso en tres medidas de harina, hasta que toda la masa del evangelio quedó leudada o fermentada con el error (Mateo 13:33). Se trata de la salvación universal, un concepto espurio que no guarda relación con el plan de salvación ni con las enseñanzas del Maestro Jesucristo. Sólo se salvan los señalados para salvación que aceptan el llamado divino y obedecen los mandamientos de Dios. Esta doctrina de la iglesia cristiana, es un concepto falso que Jesús combatió y presentó claramente en sus declaraciones (Mateo 13:14-15, 24:30, 25:31-34), y otros: “No todo el que me dice Señor Señor, entrará en el reino de los cielos. Sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Por lo tanto, esa mentira que sembró la iglesia en los creyentes debe ser desarraigada de la mente de todos. El concepto de salvación universal, por fe y por gracia, es una doctrina falsa de la iglesia, concebida para mantener todo tipo de personas, sosteniendo las finanzas de las iglesias. Los intérpretes y teólogos religiosos han hecho de las expresiones del apóstol Pablo, una doctrina que se les hace difícil de explicar, tratando de confirmar el error que surgió en los primeros siglos de la historia de la supuesta reforma protestante y que realmente fue una deforma del mensaje de Cristo a sus discípulos. Tratando de ganar adeptos a la iglesia recién organizada, bajo principios incorrectos, utilizaron los elementos básicos de salvación; tanto la fe del creyente como la gracia divina como excusa para eliminar las leyes eternas de vida, aún cuando Jesús aclaró que “No he venido a abrogar la ley ni los profetas, sinó a cumplir.” En Mateo 13:13, el Maestro hace una aclaración muy importante que establece diferencia entre quiénes entienden y aceptan el Evangelio y los separa de quienes no lo pueden comprender ni aceptar. En los versos del 13 al 16, Jesús establece, citando las palabras del profeta Isaías, quiénes pueden comprender el mensaje de salvación y quiénes no lo van a entender jamás y por lo tanto, quedan excluidos del plan de salvación.
Las iglesias cristianas han abolido las leyes, han suavizado las normas y requisitos de salvación, y han creado un concepto erróneo de la doctrina de salvación en la que “todos los que creen” tienen derecho a la salvación, cuando es de conocimiento bíblico, que aún los demonios creen y tiemblan, y no se van a salvar (Santiago 2:19 y Lucas 8).
Desde el mismo principio de la historia de la tierra, Dios ha separado la semilla buena de la mala. A los descendientes de Adán por Seth, se les denominó como hijos de Dios y a los descendientes de Caín les llamó hijos de los hombres. Estas dos simientes se mezclaron, a pesar de las recomendaciones divinas, y hoy día, los genes de unos y otros están combinados de manera tal, que sólo Dios puede determinar quién está señalado para salvación y quién está señalado para perdición eterna. Cuando Jesús declara que toda planta que no plantó el padre celestial será desarraigada, está estableciendo un principio de restauración total de toda la creación que ha sido afectada“por la mala semilla”. Cuando lo entendamos en su verdadero significado, descubriremos el engaño que la iglesia cristiana ha sembrado en el corazón de los creyentes. El que sembró la mala semilla en el cielo y levantó una rebelión innecesaria, también sembró la mala semilla en la mente y en el vientre de Eva; y sembró todo tipo de malas hierbas, espinas y abrojos y plantas venenosas en el huerto de Dios. El ser humano ha sido el mejor colaborador del demonio en propagar la mala semilla en cada cosa que Dios hizo buena sobre la tierra. Mediante técnicas de hibridación y manipulación genética, ha mezclado el trigo con la cizaña en todo lo creado.
La importancia de hacer esta separación es vital para comprender que hay gente, que por más que usted trate de convencerla para que acepte el plan de salvacion y entienda la Palabra, sus genes malignos, no le permitirán entender la necesidad de realizar un cambio en sus vidas, y al usted hablarles del plan de salvación, se reafirman mucho más en el error. En vez de acercarse a Dios, se alejan compulsivamente de las pautas del evangelio eterno. Son naciones, y constituyen una inmensa mayoría, muchos de los cuales militan en las iglesias cristianas. “Los cuales, desde siempre, han estado ordenados para condenación; hombres impíos, convirtiendo la gracia salvadora de nuestro Dios en disolución, y negando a Dios que sólo es el que tiene dominio, y a nuestro Señor Jesucristo (Judas 4). “Son descendientes de Los ángeles que no guardaron su dignidad, más dejaron su habitación. Los ha reservado debajo de obscuridad en prisiones eternas hasta el juicio del Gran día. Ay de ellos porque han seguido el camino de Caín y se lanzaron en el error de Balaam por recompensa, y perecieron en la contradicción de Coré (Judas 1:25).
Este tipo de gente se encuentra en todas partes: en los gobiernos, en las escuelas y universidades, en las instituciones de caridad y en las iglesias. Son las “nubes sin agua” que oscurecen el sol y pasan de un lado al otro del cielo sin apenas llamar la atención. Los que militan en las iglesias son pasajeros sin equipaje, que están allí por si hay juicio, no perderse y si hay premio de salvación, salvarse. Dependiendo de la cantidad de genes buenos y malos que tengan en su genoma, actúan con sinceridad o hipocresía de acuerdo al tema que les ocupa. A veces se puede confiar en ellos, pero a veces la duda nos asalta, pues su carácter va de un extremo al otro sin dar lugar a un análisis profundo de la situación que enfrentan, y sus reacciones sorprenden por ser extremas en gran manera. Pueden ser diáconos, ancianos, ayudantes o pastores; El cargo no cambia la idiosincrasia de su carácter, ni disminuye ni disimula su alegría o su disgusto. Algunos se envuelven con aparente sinceridad en el trabajo que se les asigna, y otros rehúyen trabajar y ofrecen excusas por su actitud. La mayoría de esos caracteres que describimos no tienen esperanza de salvación. Son los que al final del juicio, al Señor le dicen: “Señor, Señor, en tu nombre predicamos, en tu nombre echamos fuera demonios, sanamos, enfermos y oramos por la humanidad”. A esos el Señor les contesta: “No los conozco, apartados de mí obradores de maldad; al fuego eterno. (Mateo 5:)
Esas duras expresiones del Señor, indican el grado de indiferencia que sus actuaciones produjeron en las feligresía y en el trabajo que realizaron. No hay un término medio en las decisiones divinas al respecto.
La idea de la salvación universal por la fe y por la gracia, hay que definirla en términos reales: ¿De quién es la fe, y hasta donde nos lleva la gracia de Cristo que se magnificó en la cruz del Calvario? No depende de Dios ni de su hijo Jesucristo, depende de cada creyente y de su confianza en el plan divino de salvación. Pero los que ignoraron las leyes, desobedecieron los mandamientos, los preceptos y los estatutos, no pueden reclamar salvación ante el juez justo. La iglesia cristiana colgó las leyes de Dios en la cruz y de esa manera invalidó el compromiso de Dios con su pueblo en Éxodo. 15:26, Levítico 26:37 y Mateo 5:17-19. “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas. No he venido para abrogar, sino a cumplir. Porque, de cierto os digo, que hasta que perezcan el cielo y la tierra, ni una jota, ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas”.Ni el texto de Éxodo 15, ni el texto de levítico 26, ni el de Mateo 5, pueden ser ignorados impunemente por la iglesia cristiana y pasar desapercibido ante los hombres y ante Dios. Para afirmar esas declaraciones, el Señor envía a su ángel mensajero con la siguiente declaración: “Aquí está la paciencia de los santos, aquí están los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesucristo”. (Apocalipsis, 14:12). Los otros no están allí.
El tercer concepto que debemos discutir porque es la aplicación literal de la expresión del Maestro: “Toda planta que no sembró mi padre celestial será desarraigada”, nos lleva al texto literal, y trae una gran noticia muy esperanzadora para todos: En la tierra nueva no tendremos que batallar con las malezas, ni con las espinas y abrojos, ni con los bejucos y yerbajos que ahogan las plantaciones, los árboles frutales y las plantas medicinales. Cuando el señor habla de las plantas que no plantó el Padre celestial, se refiere a toda planta silvestre que no da fruto ni semilla aprovechable. De este tipo de plantas están llenos los campos, y el trabajo qué tienen que hacer los agricultores para aliviar sus siembras de esos rastrojos y bejucos silvestres, es mayor que lo que cuesta sembrar y cultivar los productos de la tierra.
¿Quién sembró la mala semilla en el campo? Un hombre enemigo ha hecho esto, dice el Señor en Mateo 13:28. Esas fueron las palabras del Maestro a la pregunta de los discípulos. Ese mismo personaje belicoso y contumaz, ha sembrado la mala semilla por toda la tierra. No existe nada que no haya amalgamado con la cizaña venenosa que lo representa. Ha invadido el campo del Señor y ha convertido la verdad en error, la esperanza en desasosiego, lo bueno en malo; Ha corrompido cada fruto de la tierra mediante técnicas de hibridación, amalgamación y manipulación genética. Ha transformado los frutos de la tierra a su antojo y conveniencia, y ha sembrado la mala semilla en el corazón de todos los hombres aptos para salvación. Esa mala semilla ha sido inyectada en el mensaje a las iglesias que han sucumbido a la insistente intervención de la mentira. Ha sido exitoso introduciendo la mala semilla en el mensaje puro del Señor, y los hombres han sido sus ayudantes y colaboradores principales en esa obra de mal. No existe nada que no haya sido contaminado con el error. Los conceptos salvíficos han sido adulterados en su esencia. Por esa razón, Jesús utilizó el mensaje de las parábolas para ocultar en ellas los conceptos puros del evangelio, y allí han estado esperando por los entendidos que lo puedan entender para separar el trigo de la cizaña.
En la parábola del trigo y la cizaña, el Maestro declara las definiciones proféticas y espirituales de las parábolas y su intención de usar ese lenguaje simbólico, “porque a vosotros os es concedido saber los misterios del reino de los cielos; Más a ellos no es concedido” (Mateo 13:11). “Por eso les hablo por parábolas. Porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden; para que no vean de los ojos, y oigan de los oídos, y del corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane”. Por estas declaraciones citadas del profeta Isaías. Jesús indica que no desea que este tipo de personas oigan y entiendan la palabra, para no tener que sanarlos si dicen convertirse (verso 15).
Por lo tanto. el concepto de salvación universal que adjudica la fe y la gracia como elementos básicos de salvación, no tienen cabida en el verdadero mensaje de Cristo. Pero los dirigentes de los movimientos cristianos a partir de la reforma católica, han creado una teología reformada sobre este tema y enseñan erróneamente que la salvación es por la fe y por la gracia. Ese es el concepto que según Jesús según narra en la parábola, una mujer (una iglesia), introdujo en tres medidas de harinas (tres masas) con la levadura que ha fermentado el evangelio. Según Jesús en Mateo y en Marcos, la levadura es la doctrina de error e hipocresía de los Fariseos. Y esta doctrina, ha sido adoptada por todas las iglesias cristianas de este siglo. Unánimemente han incorporado este error basándose en las reflexiones sobre el tema del apóstol Pablo en las cartas a las iglesias de su tiempo, cuando se discutía el tema de la salvación, a partir del mensaje de Cristo a sus discípulos.
Al no comprender el verdadero significado de cada parábola, se confundieron y aceptaron las teorías reformistas humanas de salvación, que más tarde los reformadores convirtieron en doctrinas cristianas de la iglesia reformada (deformada). Hoy día, las iglesias cristianas predican un mensaje de salvación, que en vez de salvar, pierde a los oyentes y a los creyentes; y los envuelve en una confusión que pocos teólogos y pastores pueden explicar de forma clara y sencilla. La fe, la gracia y las obras, son temas que nadie domina a la perfección, porque no están basados en verdades absolutas. Pero todos, tratan de explicar, lo inexplicable. No vamos a encontrar en las palabras del Maestro Jesús, nada semejante, ni confuso. Todo lo que Jesús habló está claramente definido en los evangelios y de ese tema no presentó ni una sola parábola, ni sermón.
Por lo tanto, el mensaje que recibe la iglesia cristiana, ni es cónsono con el mensaje de Cristo a sus discípulos, ní se puede considerar como la verdad absoluta. La verdad es luz clara y su brillantez alumbra la obscuridad como la luz del sol.
En la parábola del hijo pródigo, que presenta Jesús a los esenios, se incluyen elementos nuevos que no aparecen en la parábola de Lucas 15. Pero al definirla a sus discípulos, utiliza las mismas palabras definitorias que constituyen la clave secreta que abre los misterios escondidos desde la fundación del mundo, hasta el Apocalipsis. En el caso de Mateo 13:37-39, donde ofrece las 7 palabras claves que son las siguientes:
1. El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombreE
2. El campo es el mundo.
3. La buena semilla son los hijos del Reino.
4. La cizaña son los hijos del malo.
5. El enemigo que la sembró es el diablo.
6. La siega es el fin del mundo.
7. Los segadores son los ángeles 7.
En la parábola del hijo pródigo a los esenios, los siete (7) años de comer y beber, y de una vida desenfrenada, son los pecados del pasado; el malvado acreedor es el enemigo, Satanás. Las deudas son las enfermedades, el trabajo duro son los dolores, el hijo pródigo sois vosotros mismos, el pago de las deudas es la expulsión de los demonios, de las enfermedades; y el campo del padre es el mundo.
El mismo método que usó Jesús con los discípulos, lo usó con los esenios y con los enfermos (Mateo 13:37-39). Jesús resume la parábola de la siguiente manera: “De manera que, como es cogida la cizaña y quemada en el fuego, así será en el fin de este siglo (verso 40). “Enviará el hijo del hombre sus ángeles, y correrán de su reino todos los escándalos y los que hacen iniquidad”. “Y los echarán en el horno de fuego. Allí será el lloro y el crujir de dientes” (verso 42). “Entonces, los justos resplandecerán como el sol en el reino de su padre: el que tiene oídos para oír, oiga” (verso 43).
De la misma manera resume la parábola del hijo pródigo. En el capítulo 15 verso 14 del Evangelio de Paz a los Esenios, Jesús les dice: “Pues yo os digo que es mejor que el hijo obedezca a su padre y vigile a los sirvientes de su padre en su campo. Verso 15: a que se convierta en deudor del malvado acreedor y fatigarse y sudar en la servidumbre para pagar las deudas. Verso 16: De igual modo, es mejor que los hijos del hombre obedezcan también las leyes de su Padre celestial (Éxodo 15:26 y 23:25). Verso17: y que trabajen con sus ángeles en su reino. Verso 18: a convertirse en deudores de Satanás. El señor de la muerte, de todos los pecados, y de todas las enfermedades, Verso 19: a sufrir con dolores y sudor de su frente, Verso 20: hasta haber reparado todos sus pecados”.
La analogía es muy parecida y el estilo es el mismo. La alegoría que hace Jesús de ambas parábolas, presenta la misericordia de Dios para los pecadores arrepentidos y el perdón que el Padre otorga. En la parábola del sembrador, el Señor enfoca la obra del enemigo en el campo del Señor, que es el mundo, y la acción de los ángeles, que al fin del tiempo, segarán la viña y apartarán los buenos de los malos, que serán echados en el horno de fuego.
El método de enseñanza es el mismo y su aplicación es similar, por lo que las lecciones del Maestro van encaminadas a lograr, que tanto los pecadores como los enfermos, aprendan las lecciones de vida que los encaminarán a la casa del Padre y a la herencia de todos los bienes que este posee y desea compartir con los que le aman y le obedecen.
De ese mismo tema se trata todo el libro de Apocalipsis y el mensaje va dirigido a las siete (7) iglesias que contiene en su seno: los que se han de salvar y los que se han de perder. Los ángeles, que se ocupan de llevar los mensajes de amonestación y cambio, están comisionados para llevar cada uno de los mensajes a su tiempo. En Apocalipsis, capítulo 5, hace referencia al libro que está escrito por dentro y por fuera con 2 mensajes diferentes: uno literal conocido, y el otro mensaje secreto, para que sólo sea entendido por los entendidos, que son los escogidos de Dios para entender y propagar ese mensaje del último tiempo. De eso se trata el capítulo 5, y el capítulo 10, que es continuación del mismo. La clave secreta la había revelado Jesús en Mateo 13 previamente, igual que en el capítulo 15 del mensaje a los esenios, lo confirma de la misma manera. Por lo tanto, se confirma la aseveración prospectiva del fin que indica: “Que no hará nada el Señor, sin que lo revele a sus siervos los profetas” (Amós 3:7-8). Nuevamente recordamos que el único que podía abrir el libro y desatar sus sellos es el León de la tribu de Judá, Jesucristo el Señor.
¿Cuándo hemos escuchado en las iglesias del mensaje secreto de Cristo para sus discípulos? Si alguno dice ser discípulo de Cristo, debe conocer el mensaje oculto en las parábolas y en el Apocalipsis. ¿Qué ha pasado en la iglesia cristiana que ha perdido los dones del espíritu?
Veamos los dones del espíritu (1 Corintios 12):
1. Don de la sabiduría y el entendimiento.
2. Don de ciencia y sanidad a los enfermos.
3. Don de paciencia y fortaleza.
4. Don de la palabra, de hablar nuevas lenguas.
5. Don de interpretación de las Escrituras.
6. Don de profecía, y fe espiritual.
7. Don de Consejería, perseverancia y persuasión.
Estos 7 dones espirituales son un regalo del Espíritu Santo al que los busca para practicarlos. La sabiduría divina y el entendimiento de las Escrituras, de las situaciones que se nos presentan y se le presentan a nuestro prójimo, requieren de una ayuda divina del Espíritu para ejercer ese importante ministerio. La segunda es consecuencia de la primera, y requiere preparación individual del creyente para entender la ciencia divina a través de la cual se pueden curar todos los enfermos que tengan la fe para sanarse, mediante la aplicación de la oración, el ayuno, y los siete remedios de la naturaleza, como hizo Jesús con el ciego de nacimiento del capítulo 9 de Juan.
La Comisión evangélica que le fue dada a los discípulos, contenía cinco principios básicos de la curación milagrosa y la predicación del Evangelio que identificará al discípulo verdadero:
1. En el nombre de Cristo echarán fuera demonios.
2. Hablarán nuevas lenguas.
3. Quitarán serpientes.
4. Si bebieren cosa mortífera no les hará daño.
5. Sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán.
En estos escritos, estamos sacando los demonios de la confusión y la ignorancia que sufren las iglesias cristianas. Respecto a estos cinco principios que identifican al verdadero creyente y practicante del evangelio de Cristo se manifiestan:
- Al exponer la palabra con claridad, seguridad y dominio del tema.
- Al avalar y descubrir los secretos escondidos para los entendidos, estamos hablando en nuevas lenguas que sólo los entendidos pueden entender. Esas nuevas lenguas renuevan la fe y el conocimiento del Evangelio y abren el camino para que el Espíritu Santo obre en el corazón de los entendidos.
- Quitarán serpientes: En el proceso de limpieza y desintoxicación, los enfermos expulsan las serpientes y parásitos, los gusanos que dominan la alimentación y que no le permite a los creyentes ni a los enfermos ayunar y orar para prepararse y curar. Si en el proceso de llevar a cabo la comisión evangélica incurrimos en comer algo, o beber alguna cosa que sea mortífera, no puede hacernos daño “pues a sus ángeles, mandará que nos guarden en todo camino”. Y para que nuestro pie no tropiece ni nos afecte en nada. Sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán. Es la culminación poderosa y efectiva de cumplir con los cinco elementos de la comisión que el Señor le encomendó a la Iglesia antes de partir (Marcos 15:16-18).
Estas señales, inequívocas y contundentes, seguirán a los que creyeren; y son el resultado de desarrollar los siete dones espirituales que deben caracterizar a todo creyente sincero del Evangelio. Cuando eso ocurre, la unción del Espíritu Santo Multiplica y amplifica estos dones espirituales para que se produzcan señales y prodigios mediante el nombre de su Santo Hijo Jesús. La sanidad de los enfermos para este tiempo, requiere de 3 elementos básicos que el Maestro practicó en su último milagro, antes de resucitar a Lázaro:
- Se trata del ciego de nacimiento en el que Jesús demostró su gran poder de curación: Pasaba Jesús con los discípulos frente a las escalinatas del templo, y vieron allí un joven que era ciego desde su nacimiento. Los discípulos le preguntaron si por su pecado, o el pecado de sus padres, estaba en esa condición. Los judíos enseñaban que las enfermedades eran consecuencia. del pecado de la persona o de sus antecesores. Esa idea aún queda en mucha gente, debido a que la ciencia moderna enseña que muchas de las plagas modernas son consecuencia de una genética defectuosa que carga los genes de la enfermedad de generación en generación.Jesús rompió con esa premisa y les dijo. Ni éste pecó ni sus padres. Más para que las obras de Dios se manifiesten en él. Muchas veces Jesús había estado cerca de ese ciego que se sentaba cada día en las escaleras del templo a pedir limosna. Nunca el joven ciego pidió que fuera sanado porque nació sin ojos y sólo tenía el hueco de las córneas bajo sus párpados. Todos los médicos de su tiempo que lo vieron, dijeron que sería ciego por toda la vida debido a que nació con ese defecto. Pero, para que las obras de Dios se manifestaran específicamente en ese tipo de ciego, Jesús escupió en tierra, hizo lodo con su saliva, y llenó con el lodo, los huecos de los ojos del ciego. De inmediato, le dijo: “Ve y lávate en el estanque de Siloé que era un lugar famoso por las curaciones que allí ocurrían. Quedaba al otro extremo de la ciudad, distante del templo donde el ciego acudía a pedir a diario. El ciego no titubeó y salió a lavarse a donde Jesús lo envió. Es curioso y significativo a la vez, que la misma agua del estanque de siloé pasaba por al frente del templo donde ocurrió el suceso mencionado. ¿Por qué Jesús lo envio tan lejos? La respuesta es: Porque el ciego no pidió ser sanado y para probar su fe, Porque el ciego estaba resignado a ser ciego toda la vida, y no tenía esperanza ni fe para pedir curación al Maestro. Todos los médicos lo habían desahuciado, y no tenía ni la más leve esperanza de ver. Pero al sentir la mano divina en sus ojos, presintió que su salvación había llegado, y sin titubear, siguió las instrucciones al pie de la letra. Fue a lavarse a Siloé y de allí volvió viendo. Los tres elementos de curación que el Señor diseñó para este tiempo, se reunieron para lograr que un ciego de nacimiento tuviera un par de ojos nuevos:
- La saliva que sale de la boca de Dios que es su Palabra,
- La mezcla de esa palabra con los elementos de la tierra de la cual fuimos formados y donde se dan las plantas medicinales y nuestro alimento.
- La fe del ciego que no dudó en ir a lavarse.
Esos son los 3 elementos de curación que Jesús introduce para este tiempo para que se produzcan milagros tan grandes o mayores que los que se hicieron en esa etapa de la historia del cristianismo.
- La saliva es el símbolo de la palabra y del don de lenguas que mencionamos.
- La palabra que sale de la boca de Dios es salud y vida para todo el que las recibe con gozo y con fe.
- Los elementos de la Tierra de donde fuimos creados establecen una compatibilidad absoluta con las necesidades que cada enfermo tiene de curarse. De la tierra fuimos creados y lo que la tierra produce: Las plantas, los alimentos y las hierbas medicinales, son los elementos del suelo que le permiten a los ciegos de nacimiento ver la obra maravillosa de Dios.
Los milagros modernos deben estar basados en esos tres elementos para que las obras de Dios se manifiesten en cada enfermo. La enfermedad es causada por los malos hábitos de alimentación de la gente, o por su mal estilo de vida y razonamientos. Todo el que desea curarse, debe entender que los milagros modernos requieren de la aplicación de esos tres elementos mencionados:
- La palabra de Dios
- Los elementos de la tierra.
- La fe del enfermo.
Esta obra maravillosa que se produce como consecuencia de la unión de esos tres elementos, puede curar todo tipo de enfermedades, modernas y antiguas, sacar demonios, echar fuera los serpientes que pueden haber en nuestro cuerpo y sanar tanto el cuerpo como el espíritu del enfermo. Cuando el Maestro obra a través de esos tres elementos, se producen una transformación maravillosa en el cuerpo y en la mente del que los recibe. El Espíritu a la verdad está presto, más la carne enferma (Mateo 26:41, Marcos 14:38 y Romanos 8:26). Para restaurar un cuerpo enfermo, necesitamos vencer todos los poderes del infierno, echar fuera a los demonios que lo habitan en el cuerpo, y presentar un organismo limpio y puro ante la presencia divina. Cuando eso ocurre, y se combinan esos tres elementos, no hay enfermedad que se resista, ni cáncer que pueda destruirlo. Si no fuera por los milagros que hemos presenciado en los últimos 60 años de practicar las artes curativas naturales mediante la utilización de los tres elementos mencionados, no tendríamos la seguridad de lo que aquí expresamos, ni entenderíamos la voluntad divina expresada en la Palabra ni como obra el Espíritu Santo a través de esos medios y sus resultados. Cada curación milagrosa que hemos presenciado es una confirmación divina del poder que el Maestro le entregó a los discípulos y a su iglesia para sanar enfermos y restaurar los dones que la iglesia cristiana perdió por no aceptar la Comisión Evangélica que le fue conferida. Si el mundo hubiera conocido el poder divino para sanar enfermedades, nunca los médicos y los hospitales hubieran usurpado el lugar que le fue otorgado a la Iglesia por el Señor Jesucristo. Hoy día, el mundo convulsa, confundido y enfermo de todo tipo de enfermedades causadas por el estilo de vida, de alimentación y por la violación colectiva a las leyes divinas de la salud y del descanso, auspiciadas por la iglesia cristiana. Por esa razón, ningún enfermo que no restaure en su vida, esos principios establecidos por Dios desde la creación, puede obtener una curación absoluta y permanente de sus enfermedades. No obstante. puede ir obteniendo resultados curativos en la medida y proporción que vaya poniendo en práctica todo lo que debe aprender del libro de ciencias naturales más importante que se pueda encontrar en el mundo, La Biblia. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto el cuál es Cristo”(1era. Corintios 3:11-17). Este pasaje del apóstol Pablo a los corintios, resume la importancia de buscar en la Palabra de Dios, la sabiduría y el conocimiento, que los hombres han desechado, para imponer sus propias enseñanzas.
¡Que Dios Bendiga al lector que entiende!