Por Dr. Norman González Chacón
En los últimos años, se ha estado haciendo mucho énfasis en la importancia del agua. Los expertos en salud no se ponen de acuerdo con respecto a cuántos vasos de agua debemos tomar a diario. La medida que determina cuánta agua debemos tomar a diario, es relativa a muchos factores que necesitamos conocer para hacer un cálculo lo más correcto y cerca de nuestra necesidad particular. Unos dicen cuatro, otros ocho y hasta diez vasos de agua al día. Hay una gran diferencia, y tomar agua en exceso es casi tan dañino a la salud como no tomar suficiente, por lo tanto, este es un asunto que se vuelve muy importante.

Debemos entender el balance hidrolítico, hídrico y electrolítico de nuestro organismo, que también podemos llamar, la hidroelectrolítica del cuerpo. Sí consumimos menos agua de la que el cuerpo requiere para sus funciones básicas, se produce deshidratación, o balance negativo. Si consumimos de más, se produce sobre hidratación o balance positivo. El asunto se puede comparar a una cuenta de banco, que refleja el balance positivo o negativo de los ingresos y gastos.
Por lo general, cuando es un asunto crítico de salud en los hospitales, se mide la cantidad de líquido suministrado al paciente en un período de 24 horas y se compara a la cantidad que se mide de líquidos cuando el cuerpo elimina; valores que deben ser equivalentes. A ese estado de balance, entre ingestión y excreción se le denomina homeostasis y es una señal inequívoca de salud relativa. El análisis de los minerales electrolíticos presentes en la sangre y en otros líquidos corporales, la cantidad de agua en el cuerpo, la acidez o alcalinidad de la sangre (pH), la actividad muscular, la efectividad de otros procesos metabólicos importantes, son factores que pueden ser medidos por pruebas de laboratorio.
Se pierden electrolitos cuando se suda y el agua que se toma no contiene electrolitos, por lo que se deben reponer añadiéndolos al agua diariamente. Además del sodio, el potasio y el cloro, se deben añadir calcio, magnesio y fósforo para crear un balance hídrico adecuado a todas las necesidades orgánicas. Para lograr ese balance no basta con tomar agua corriente o destilada. Estos minerales básicos no se encuentran en el agua pura y por esa razón se deben añadir al agua o tomarse separadamente.
Existen las pruebas de laboratorio que determinan el estado hídrico de los líquidos corporales circulando. También se pueden medir los otros minerales que el cuerpo necesita para mantener el balance ácido básico o pH de la sangre y del líquido intersticial. El intersticio es un sistema con una red de cavidades entre las células que se llenan y almacenan líquido para ciertas funciones de emergencia. Se encuentran en todos los órganos, pero mayormente bajo la piel. Son éstos los que evitan la deshidratación severa en períodos de inanición o falta de líquido.
Cuando no se metabolizan los líquidos adecuadamente, se produce deshidratación o inflamación y edema del tejido orgánico, dando lugar a cansancio y falta de energía vital. Cuando no se reponen los minerales en el agua que se consume, el organismo utiliza el líquido intersticial y lo usa en emergencia, dando lugar a una caída proporcional de la energía vital. Estos desbalances químicos de los líquidos corporales son factores vitales en la prevención de daño a los riñones, resequedad de la piel, caída del cabello, cansancio extremo, dolores de cabeza, inflamación de las extremidades y un sin fin más de síntomas y señales de la falta de hidratación.
Se deben añadir al agua pura, los minerales que el cuerpo necesita para su balance homeostático constante. Algunos de los más importantes suplementos que el cuerpo necesita en abundancia son: El hierro orgánico, el cromo, el magnesio, el calcio, el sodio, el potasio y el cloro. Pero todos los demás minerales, tienen su importancia específica en el desarrollo de células sanas y saludables. Para obtener minerales orgánicos de primera calidad, se pueden obtener hojas de plantas medicinales que se sumergen en agua hirviendo y se dejan reposar por 24 horas. Ese líquido amarillo verdoso que se obtiene de la infusión contiene muchos minerales de buena calidad que se pueden usar para añadir a los líquidos o alimentos que se consumen a diario. Aunque nunca tendremos una certeza de la cantidad y de la calidad de lo que estamos consumiendo, es una de las formas naturales más simples de obtener dichos nutrientes de la naturaleza misma. Luego de obtenidos, se pueden batir en circulación para que obtengan oxígeno suficiente.
Otra forma de obtener esos minerales es usando las fórmulas coloides liofílicas de Dr. Norman´s. Estos son extraídos mediante procesos más largos y complejos en la naturaleza y son medidas, y dosificadas para su uso, de acuerdo con el mineral predominante. Usted puede usar también los multiminerales botánicos para satisfacer las necesidades generales de su organismo y añadir los elementos adicionales que el laboratorio le señale que están en deficiencia. De esa manera, usted estará seguro de que está suplementando bien su organismo. Por lo general, las mujeres necesitan hierro orgánico, cromo y calcio con magnesio, y los varones necesitan zinc y otros minerales para mantener su metabolismo energizado. Estos minerales orgánicos botánico se pueden obtener juntos en el multimineral de Dr. Norman, o por separado en frascos individuales. Si se mezclan con agua viva, los resultados son aún más exitosos porque el agua viva facilita su entrada a las células y por consiguiente, carga los minerales y ciertas vitaminas, consistentes al interior de las células y de las mitocondrias, de una manera más conveniente y fácil de acceder.
Agua Viva
Este es un término que puede confundir a muchos que en algún momento han sido picados por una aguaviva de mar. Se le llaman así porque aparecen en lugares del mar donde el agua es rica en nutrientes, y éstas, se alimentan, crecen y se multiplican en ese ambiente nutritivo.

El término agua viva se aplica al agua de las corrientes de los ríos y de manantiales que corre montaña abajo y que a su paso se carga de oxígeno vivo. El agua viva facilita su entrada a las células y lleva cantidades adicionales de oxígeno al sistema orgánico y por consiguiente, al cerebro. Muchas compañías han creado máquinas que baten el agua y la oxigena, moviéndola circularmente y moviendo el líquido de la forma más propicia para que absorba el precioso oxígeno. Cuando el agua proviene de cisternas o envases tapados, se dice que es agua muerta porque contiene menos oxígeno que el agua viva. A esa agua, le añadimos los nutrientes vitamínicos y minerales que necesitamos, y nuestras células y tejidos crecerán como crecen las plantas cuando reciben el agua viva de la lluvia. Algunas fuentes de agua tienen la capacidad de circular el agua, y ésta se oxigena evitando la formación de algas indeseables que tapan las tuberías. Por esa razón, los gobiernos tienen que poner cloro tóxico en el agua de los acueductos. El cloro evita la formación de algas y residuos minerales que obstruyen las tuberías, a la vez que matan las bacterias y organismos patógenos que enferman a los usuarios que la consumen.
Nuevamente, hago énfasis en la diferencia entre agua pura, agua viva, y agua muerta. El agua muerta no vivifica las células como lo hace el agua viva. En la Biblia en el capítulo 4 del libro de San Juan, se habla del agua viva que salta para vida eterna. Jesús decide cruzar por Samaria en su camino a Judea desde Galilea, y pasa por Sicar donde se encuentra la fuente de Jacob, un antiguo pozo cavado que suplía agua a los residentes del lugar. Cansado del largo camino, Jesús se sentó al borde del pozo, al cual llegó una mujer con su cántaro a sacar agua. Era casi medio día y a esa hora el calor era insoportable, por lo que no debía de haber nadie sacando agua. De inmediato, Jesús le dijo: “Dáme de beber”. A lo que la samaritana le contestó: “¿Y cómo es que tú siendo judío me pides de beber a mí, que soy samaritana?” La pregunta vino debido a que los judíos y los samaritanos no se trataban entre sí. Jesús le respondió: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice dame de beber tú pedirías de él y él te daría agua viva”. Jesús sabía quién era esa mujer. Sabía que venía a esa hora del mediodía a sacar agua porque era la hora que menos gente acudía al pozo por el gran calor que hacía, y ella no tenía mucho roce con el resto de sus compueblanos por la fama que había creado su estilo de vida particular.
Los samaritanos eran religiosos en extremo, y rechazaban las costumbres que esta mujer había adquirido en su vida en general, pero Jesús no se fija en las apariencias, ni en el qué dirán. Sabe reconocer los talentos, el corazón y la mente de cada criatura que ha sido señalada para salvación. Tenía ese día que encontrarse con esa mujer que haría un trabajo que ni los discípulos ni nadie conocido por él, podrían hacer para su ministerio. El que escudriña los corazones y nos conoce mejor que nosotros mismos, escogió la misionera perfecta para llevar el mensaje de salvación a Samaria. Nadie lo hubiera hecho mejor. Esta mujer, con un pasado oscuro, lleno de pecaminosidad, y con un presente incierto, fue escogida por el Señor para dar un mensaje de vida, para vida eterna a la gente despreciada por los judíos. Por ella, el mensaje del Salvador llegó a Samaria, y por alguna razón, que solo Dios conoce, Jesús no hizo milagros en esa ciudad. Aún así, los samaritanos pudieron beber del agua de la vida. En la conversación, Jesús le dice a la samaritana: “Si conocieras el don de Dios y supieras quién es el que te dice, dame de beber, tú le pedirías a Él y Él te daría agua viva”. La mujer le dijo: Señor, “No tienes con qué sacarla y el pozo es hondo. ¿De dónde pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob que nos dio este pozo del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?” Respondió Jesús y le dijo: “Cualquiera que bebiere de esta agua volverá a tener sed, pero el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Dice más adelante el texto bíblico, que muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por la palabra de la mujer que daba testimonio.
Este asunto del agua es importante desde todos los aspectos y ángulos que se mire. El agua es un importante compuesto para la vida de los seres humanos, de las plantas y de los animales; es el denominador común del alimento que consumimos y la alimentación. Es conveniente mencionar de paso, que los seres transformados y glorificados como lo fue Cristo resucitado no llevan sangre en las venas. El cuerpo glorificado del Maestro derramó hasta la última gota de sangre en la cruz del Calvario, en su lugar, agua de vida, hinchió las venas y circuló originando una nueva vida gloriosa, como la savia de las plantas.
El concepto sin sangre es parte del Evangelio eterno, y se explica en Primera de Corintios 15:50: “Ni carne ni sangre, heredarán el Reino de Dios”. Tanto la carne como la conocemos, así como la sangre, son elementos del cuerpo pecaminoso que no van a subsistir en el nuevo Reino. “Ni lo que se corrompe heredará lo incorruptible”; “El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”. Jesús añadió: “Si os he dicho cosas terrenas y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?” Mientras estemos en esta tierra, con este sistema, y bajo la ley del pecado, el agua es vida y la necesitamos constantemente para muchas funciones de salud, higiene, y alimentación. Como señalé al principio, el agua viva es un transporte perfecto para llevar alimento y oxígeno a las células de nuestro cuerpo; oxígeno que es vital para los órganos y el cerebro. Así también se constituye en vida para las plantas que nos sirven de alimento. El agua pura es uno de los 7 grandes remedios de la naturaleza y tiene la capacidad de limpiar nuestro organismo interna y externamente.
Cuando Jesús le dijo a la Samaritana que el agua pura que él le ofrecía saciaba la sed para siempre, se refería al agua de vida que es Cristo y su Palabra. Lo primero que hizo el Maestro, fue derribar las barreras sociales que se habían creado entre judíos y samaritanos. Le hizo saber a la mujer que conocía su vida, y eso no era impedimento para que un judío rabino no le hablara a una mujer samaritana. Lo próximo que le dejó saber fue que conocía su vida y eso no era impedimento. Esta mujer, aunque tenía un pasado de experiencias matrimoniales turbias, por su naturaleza y genealogía, había sido señalada para salvación. Ella era una hija de Abraham que necesitaba el agua viva para revivificar su espíritu turbado por las experiencias negativas de su vida. Jesús conoce a fondo nuestro corazón, y escudriña las intenciones del alma y las debilidades del cuerpo físico. Él sabe que el espíritu está presto, pero la carne enferma, y su intención es sanar tanto el cuerpo como el espíritu.

Con solo unas pocas palabras, aquella mujer se convirtió en una misionera que supo hacer su trabajo y cumplió su misión a cabalidad. Los samaritanos retuvieron a Jesús, un rabino judío, por dos días, haciéndole preguntas y gozando de sus contestaciones. Cuando a la vista de todos, su caso parecía perdido, él vio en esta mujer samaritana aptitudes para lo bueno y no se podía equivocar. Ella demostró su fe, su alegría, y la seguridad de haber hallado al Señor. Su conversión maravillosa y positiva, quedará grabada en la historia para siempre, igual que cuando María perfumó los pies y el cabello del Maestro con el perfume más caro. Esta vez, fue la samaritana quién descubrió el agua viva de la esperanza de salvación, y preparó el camino para que el Ministerio de Jesús alcanzará a los habitantes de Samaria que tenían una sed incontenible, del Maestro y de la verdad.
Hay personas que no toman agua y tampoco saben que existe el agua viva que necesita su alma, ellos son “hijos de Abraham” y de la promesa, pero están perdiéndose entre los afanes del mundo, la lucha por la subsistencia, afanados por el exceso de trabajo, por los negocios, y por otros quehaceres que perturban el espíritu y no permiten que Jesús se acerque y les ofrezca el agua de vida que Él solo puede dar. Sí podemos aceptarlo, como lo aceptó aquella mujer y el pueblo de Samaria. El agua que Él nos ofrece nos promete que jamás tendremos sed, porque saltará en nosotros como una fuente de agua viva para vida eterna.
Saludos. Lo felicito por su conocimiento y seguridad en decir las cosas. Ojalá y este gobernador entienda las consecuencias de esta vacuna y que nuestro derecho a nuestro cuerpo que es templo de Dios. No nos vamos a callar.
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