El Ministerio de los Ángeles – Parte I

Por: Dr. Norman Gonzalez Chacón

Este es un tema fascinante por demás, ya que nos permite conocer el importante ministerio de los ángeles, que al mando del Padre Celestial y del Espíritu Santo, realizan las labores que se les encomiendan: Llevan y traen información, cuidan de los hijos de Dios en la tierra, velan por los inválidos, vigilan y controlan los movimientos bélicos de los ángeles de Satanás, y mantienen el orden de las naciones en la tierra, y de los elementos de la naturaleza. Otra importante labor que realizan estos seres especiales es la de llevar información vital a los profetas y mensajeros de Dios en la tierra para que la humanidad sea amonestada adecuadamente. Por eso le reveló al profeta: “que no hará nada el Señor sin que lo revele a sus siervos los profetas” (Amós 8:11). La labor de los ángeles es constante y son ellos los que tienen la responsabilidad de cuidar del rebaño de Dios en la tierra. Están atentos cuidando cada niño, adulto, y anciano que pertenezca al pueblo de Dios señalado para salvación. Cuidan también de los no creyentes en el evangelio que han sido señalados para salvación, cuando aún no han tomado la decisión de unirse al mismo. Cuidan también de los inconversos e impíos que claman a Dios por ayuda.

Cada misión asignada a los ángeles es de naturaleza divina, y ellos se esmeran en cumplir con precisión y premura. En el libro de Apocalipsis,vemos cómo el Señor utiliza los ángeles para traer los mensajes a la tierra y cómo se comunican con los seres humanos (Apocalipsis 1:1, 2:1 y 2:12). En estos textos se repite el mensaje a las iglesias individualmente. Cada mensaje es comunicado fielmente sin quitar ni añadir una letra. Cada detalle del mensaje es comunicado con exactitud. Ellos tienen la habilidad de retener en su mente toda la información y no omiten ni alteran nada del mensaje que Dios les entrega para el ser humano. Según las escrituras, el hombre fue hecho un poco menor que los ángeles en capacidad y en movimiento. Los ángeles le sirven a Dios por amor y a la raza humana también. Los ángeles son el medio que Dios tiene para comunicarse con el ser humano pecador, para que podamos recibir esos mensajes divinos sin que muramos ante la presencia del Dios vivo. 

Los ángeles destacados en la Tierra son dirigidos por el Espíritu Santo (Salmo 34:7 y El Evangelio de La Paz, cap. XXI). Su labor es incansable, cuidando a los hijos de Dios de los ataques constantes del maligno. Si no fuera por la intervención divina de los ángeles, Satanás destruiría al pueblo de Dios en segundos. Pero la intervención de poderosos ángeles en la tierra, evita grandes desastres que afecten a los señalados para salvación. Los señalados son todos aquellos que su genética está dominada por genes de la descendencia de los hijos de Dios y tienen una inclinación a buscar la voluntad divina en sus vidas. Queda de su parte tomar la decisión de servirle a Dios aunque no pertenezcan a ninguna organización religiosa. Estos seres tienen en su conciencia genética el temor de Dios y la fe suficiente en la existencia de Dios para ser justos en sus vidas y obrar lo más honestamente que puedan, de acuerdo a su conocimiento y perspectiva de vida. El temor de Dios los hace cuidadosos en sus actuaciones y viven con la esperanza de que Dios se manifieste de alguna manera en sus vidas, y que los cuide y los guarde en todos sus caminos.

Esa actitud le permite a los ángeles de Dios, cuidar de esas personas, aunque ellas no conozcan la voluntad divina para ellos, ni tengan el conocimiento necesario para ser fieles y obedecer las leyes divinas. Mientras llega la oportunidad de aprender de Dios y de su palabra, estas almas son cuidadas por ángeles que no se apartan de su lado. Porque si lo hicieran y se apartaran, en segundos, Satanás las destruiría para siempre con las fuerzas destructivas que por siglos ha utilizado para acabar con todos aquellos que son aptos para salvación eterna, pero que no se han puesto en las manos de Dios a tiempo. Esas almas se encuentran esparcidas por todos los lugares del mundo y constituyen un remanente que tiene oportunidad aún de salvarse si entra en el conocimiento de la voluntad divina para sus vidas.

Por la naturaleza de sus reacciones y razonamientos, su genética les indica sobre lo que es lícito e ilícito. Lo que puede ser bueno para ellos y lo que puede ser malo, y por instinto natural, actúan de acuerdo a la justicia divina que sus conciencias les dictan dentro de su ignorancia teológica. En otras palabras, son seres que de acuerdo a su experiencia y criterio, actúan de buena fe y obras para satisfacer su conciencia de acuerdo a su entendimiento. Estos que han sido señalados para salvación pero que no han descubierto aún el camino a Cristo y a su voluntad, cuidan y guardan de manera especial para evitar que sean destruidos por Satanás antes que tomen esa importante desición. En muchas ocasiones, estas almas hospedaron ángeles en sus casas, caminaron por senderos peligrosos y fueron cuidados por huestes celestiales y librados de grandes peligros, solo porque tienen la oportunidad de salvarse, por su genética dominante, la genética de los hijos de Dios y el cuidado de sus ángeles protectores que conocen cada alma con aptitud de salvarse.

Dios conoce el corazón de cada criatura que vive sobre la tierra y ve las aptitudes de cada cual, así como sabe la dominancia genética heredada. Con gran tristeza observa como hay almas en cuyas vidas dominan los genes malignos de la descendencia funesta de Caín, y sabe que no tienen esperanza de salvación porque no les interesa salvarse, ni de pertenecer al pueblo de Dios. Esos ya están condenados a su suerte y Satanás no le causa daño porque sabe que son súbditos de su reino.  Al contrario, los premia con riquezas, con posesiones, con buenos negocios y con la honra de los otros iguales que milita entre sus protegidos que le sirven. A ellos les da su apoyo y su ayuda para que triunfen. Pero el tiempo de exito y prosperidad no les dura, pues la paga del pecado es la muerte, y ésta los sorprende en el mismo pináculo de la gloria y la fortuna. Estos seres se van sin disfrutar, lo que con gran esfuerzo humano lograron con la ayuda de Satanás. Generalmente, este tipo de personas gustan disfrutar de los placeres terrenales, comen opíparamente de todo lo que su apetito pervertido desea, se enferman temprano en la vida y sufren las consecuencias de la gula y la lujuria, de la bebida y otros placeres que su estilo de vida les permite. Casi nunca pueden disfrutar por mucho tiempo, los beneficios de las riquezas que Satanás les permitió y les ayudó a lograr con gran esfuerzo humano de su parte. Aunque las drogas y medicamentos que tienen que usar para estabilizar sus enfermedades, no curan las condiciones que sufren, los enajenan de la realidad y les permiten sobrevivir un tiempo relativo a sus condiciones.

Los ángeles de Dios acampan en derredor de los que le obedecen y los defiende. (Salmo 34:18). 718. Esta promesa se cumple en cada alma que sinceramente actúa de acuerdo a una conciencia sana, siempre tratando de hacer la voluntad divina por encima de sus intereses personales. Pensando en que sus actuaciónes nunca afecten al prójimo. Cuando se antepone la voluntad divina a las preferencias y comodidades humanas, las bendiciones del cielo no se dejan esperar y caen como la lluvia en abundancia. Los ángeles de Dios están comisionados para atender las necesidades de los señalados, cuidar de ellos y de su familia, así como de proveer el conocimiento y la habilidad de ganar el pan y obtener los bienes necesarios para subsistir en paz. Cada día y cada noche, la presencia de los ángeles es de cuidar sin fallar de todos los que son aptos para salvarse. Esta presencia es permanente y por eso los hijos de Dios no necesitan armas para defenderse, ni perros guardianes para que los cuiden, porque el ángel de Jehová acampa en su alrededor y los defiende de todo mal y acecho.

Para mantener esa seguridad activa, el ser humano tiene que tener una confianza absoluta en el cuidado protector del Padre celestial y en la armoniosa protección de la Madre divina y de los ángeles comisionados a su cuidado. Cuando buscamos del Creador, encontraremos que todas las fuerzas celestiales se unen para librarnos de las trampas y acechanzas del maligno. Somos protegidos en la medida de nuestra fe y de la confianza que demostremos en el cuidado de ellos hacia nosotros. No hay mayor seguridad en la tierra que la que el Padre nos asegura a través de sus ángeles protectores designados y dirigidos por el Espíritu Santo que los comanda.

El ministerio de los ángeles de Dios es un privilegio que el Señor ha permitido que sea compartido por los señalados para salvación, si ellos acceden y aceptan el cuidado especial por fe y actúan en conformidad a las leyes divinas del Creador. Cuando nos descuidamos, o somos irresponsables con nuestra salud, y con nuestra forma de actuar y de responder a sus leyes naturales de vida, o cuando nos arriesgamos en empresas mundanas o nos asociamos con los hijos del maligno, los ángeles sufren y tratan en todo lo posible de protegernos. Pero si insistimos en el error, perdemos los beneficios del seguro divino que ellos nos proveen.

Por esa razón, todo hijo de Dios debe tener su seguro angelical al día. Y comportarse como es digno del evangelio de Cristo. De esa misma manera, actuar en la vida del lado de la justicia divina siempre, para que los ángeles de Dios puedan reclamar que Satanás no intervenga con nosotros y nos puedan defender en todo momento. Para eso, debemos conocer las promesas de Dios referente a las leyes de la salud; de los mandamientos de Dios, y de los preceptos y estatutos divinos para una vida agradable a Dios y aceptable delante de los hombres. De esa manera, le facilitamos el trabajo a Los ángeles de Dios, que nos cuiden y le damos la autoridad, sobre todo mal que nos aceche.

“No tendrás temor de espanto nocturno, ni de Saeta que vuele de día, ni de pestilencia que ande en oscuridad, ni de mortandad, que en medio del día destruya, porque a sus ángeles mandará que te guarden en todos tus caminos para que tu pie no tropiece en piedra (Salmo 91:5-7). Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra, mas a ti no llegarán. Ciertamente, con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi, mi refugio, al altísimo por tu habitación. No te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada, pues a sus ángeles mandará acerca de ti que te guarden en todos tus caminos y en las manos te sostendrán para que no tropieces con tu pie en piedra”(Salmo 91:5-16).

Este salmo tiene una promesa que se cumple en toda criatura que se ampara en el cuidado de los ángeles de Dios. Podemos confiar plenamente en su palabra y vivir de acuerdo a sus ordenanzas y recomendaciones. Eso garantiza que nuestros pies “nunca tropezarán” en las inumerables piedras del camino de la vida “porque a sus ángeles mandará que nos guarden en todo camino”. 

Son promesas sobre promesas, y bendiciones sobre bendiciones las que acompañan a quienes confían en el cuidado protector de los ángeles de Dios en sus vidas y en las de sus familiares. Todo depende de nuestra confianza en esas promesas y de la obediencia que mostremos a sus leyes de vida; los mandamientos, preceptos, y estatutos que han sido dados para la salud, y para el orden social universal.

Sin saberlo, muchos han hospedado y tratado con ángeles que se han presentado para probar la hospitalidad y las atenciones de muchos con los forasteros. Han conversado con ellos, les han dado comida, y los ángeles los han cuidado y los han librado en situaciones de extremo peligro, han sido escoltados en medio del fuego, de gente malvada con malas intenciones, de accidentes graves, y de otros peligros que ellos nunca se percataron de lo cerca y arriesgado que estuvieron de esas amenazas. Como ocurrió en el caso de Lot en Sodoma, él y su familia fueron cuidados por los ángeles que ellos hospedaron creyendo que eran forasteros. Fueron ángeles que llegaron con la encomienda de sacar a Lot y a su familia de Sodoma y de salvarlos de la destrucción inminente. Debido a que vinieron con la apariencia de hombres, nadie sospechó de su origen y propósito.  Son ángeles celestiales que han venido a traer mensajes específicos a los hombres sobre la tierra.  Muchas de las llamadas apariciones que han visto algunas personas y que les han parecido que es una vírgen, de acuerdo a su apariencia, han sido ángeles de Dios con mensajes específicos. Cada cual ve lo que cree ver y no hay quién le haga cambiar su apreciación del fenómeno observado.  La biblia habla del ministerio de los ángeles en más de trescientos textos en que se refiere a ellos. 

Aunque no todas las apariciones provienen de Satanás, éste también se presenta como un ángel de luz para quienes le conviene engañar. A muchos, les envía sus ángeles malignos disfrazados como si provinieran de Dios con mensajes engañosos a fin de confundir y crear situaciones que los seres humanos ven como si fueran de Dios y de sus ángeles. Son meras tretas satánicas sin ningún propósito específico que no sea de mantener engañados a sus fieles seguidores.

El ministerio sagrado de los ángeles de Dios, siempre que conlleva una aparición o una compañía protectora, no se anuncia ni ostenta su presencia para que se convierta en una adoración. El cristiano sabe que no podemos adorar a los ángeles aunque provengan del mismo trono de Dios. Nuestra adoración es solo al Creador de los cielos y de la tierra. Y más allá de eso, se puede convertir en idolatría, y los ángeles de Dios no fomentan, bajo ningún concepto ni circunstancia, ese tipo de expresiones humanas. Por esa razón, muchos que han hospedado o tenido contacto con ángeles de Dios, no se han dado cuenta que trataron con seres especiales divinos, asignados para asistirles en situaciones especiales. Los ángeles se presentan como humanos y humildemente llevan a cabo sus encomiendas sin ostentar su poder ni su presencia. Por esa razón, sólo los beneficiados con su presencia y cuidado se dan cuenta de que fueron ángeles de Dios, después que se han ido y han realizado su trabajo. Veamos un par de ejemplos: En una balacera contra una iglesia, unos bandidos hirieron y mataron a varias personas. La intención de los vándalos era matar a todos, pero ángeles de Dios intervinieron y no dejaron que los señalados para salvación, de esa congregación, fueran heridos o murieran. Estos pudieron ver las manos protectora de los ángeles desviando las balas asesinas. Hago la salvedad de que esto no siempre es una regla general de los ángeles en su ejecución. Hay excepciones en la que solo Dios puede determinar distinto de acuerdo a su juicio, su plan, dentro de su misericordia y omnisapiencia. 

En una ocasión de lluvias torrenciales, estando en la finca de nuestro hijo, grandes piedras de la montaña cayeron en el camino de salida. Cuando fueron a pasar, encontraron esas enormes piedras que no permitían el paso y trataron de removerlas con sus fuerzas, lo que requería de maquinaria pesada para hacerlo. Desde la montaña, la familia vio como un tercero, vestido de blanco, se les unió para remover las piedras hacia un lado del camino y ellos poder pasar.  El esfuerzo fue grande y ellos pensaron que lo pudieron hacer con sus propias fuerzas, pues no vieron a un tercer personaje que se les unió y que fue, quien aplicó fuerzas no humanas para remover las piedras del medio. Al regreso de ellos a la casa, la familia que vio la operación desde arriba de la montaña les pregunto al padre y al hijo, quién fue el tercero que les ayudó. Ellos no supieron explicar porque no lo vieron, que un ángel de Dios había venido en su ayuda para remover las enormes piedras. No obstante, reconocieron que sólo un ser muy poderoso pudo ayudarles ya que las enormes y pesadas piedras quedaron a la orilla del camino para testificar que sólo Dios o uno de sus ángeles podían remover hacia el lado, aquellas enormes y pesadas piedras. Una vez más, el ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen y los defiende (Salmo 34:7).

Los que sobrevivieron a la balacera contra la Iglesia y sus miembros, pudieron reconocer la presencia de ángeles que desviaron las balas que venían contra ellos y los salvaron. De ahí en adelante, la espiritualidad de la congregación que sobrevivió a esa ataque, creció enormemente y todos reconocieron la presencia divina en las personas que sobrevivieron ese ataque. Cuando los ángeles de Dios intervienen, los seres humanos reconocen la presencia divina que los favorece.

Al igual que esos, las enormes y pesadas piezas del camino, estuvieron por mucho tiempo como testimonio vivo de la presencia del ángel que llegó a sacarlas del medio hasta que vino la maquinaria pesada que con dificultad, las empujó montaña abajo. Todos incluyendo al operador de la máquina, pudieron reconocer que ninguna mano humana pudo sacarlas del medio y llevarlas a la orilla.

Los hijos de Dios en la tierra tienen la seguridad de los ángeles guardianes que los acompañan y protegen de toda asechanza de maldad, y deben confiar plenamente en esa presencia divina que los guarda de todo mal en todo momento. Mientras que los impíos hijos de los hombres, se protegen con armas, municiones, vehículos blindados, perros guardianes, y escoltas armadas, los hijos de Dios en la tierra no necesitan de ninguna de esas estrategias protectoras, ni de chalecos a prueba de balas para proteger sus vidas; “Pues el ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen y los defiende”, y cuando creemos que Dios envía a sus ángeles para protegernos, la certeza de nuestra fe y confianza en que es así, se hace realidad en el cuidado que los ángeles nos ofrecen. 

Eso no debe ser motivo para que retemos el peligro y a los ángeles malignos, arriesgándonos en misiones peligrosas, en terreno minado o prohibido por el enemigo. No debemos exponernos, porque al hacerlo y retar al enemigo, podemos caer en la actuación de la vanagloria o presunción; y eso por ser pecado, hace que el ángel de Dios no pueda protegernos de la misma manera que cuando cuidamos nuestro pie de no penetrar el territorio enemigo. Cuando provocamos y retamos al enemigo podemos perder la pelea antes de la batalla. El ángel o los ángeles protectores no están de nuestro lado cuando retamos el peligro y nos arriesgamos en situaciones bélicas, en disputas innecesarias, en retos a las leyes civiles, a las leyes naturales de vida, o en asuntos que no nos incumben, al traspasar o violar los límites de la velocidad en las carreteras, y otras provocaciones al peligro, entramos en lugares prohibidos para un cristiano, o penetramos en las áreas específicas del enemigo. Esas son algunas de las situaciones en las que podemos incurrir, que el ángel del Señor que nos cuida, pierde potestad de cuidarnos y protegernos de la manera que lo hace cuando andamos en ley y orden, y no nos arriesgamos en terrenos peligrosos que no son lugares para que un hijo de Dios penetre.

Cuando portamos armasdependemos de perros guardianes, escoltas y otras pruebas de inseguridad humana, estamos menospreciando el cuidado de los ángeles de Dios y poniendo nuestra seguridad en juego. El enemigo capta nuestras dudas y se aprovecha de nuestro temor y falta de confianza y fe en Dios y sus ángeles, para ponernos en situaciones de vida o muerte que no son comunes. Cuando tenemos confianza absoluta y fe a toda prueba, el cuidado de Dios a sus hijos a través de los ángeles guardianes, es rico y poderoso.El ministerio de los ángeles de Dios va más allá de toda inteligencia y estrategias humanas, y su compromiso con los hijos fieles de Dios es inexpugnable, irrevocable y permanente, mientras obedezcamos las leyes del orden y de la salud.

Continuará…

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