Por: Dr. Norman González Chacón
Me retiré un par de años a la finca para estar en mayor armonía con la naturaleza, efectuar mis ayunos con más frecuencia y estudiar y repasar los conceptos que aprendí de la teología cristiana.
Un día, leyendo el libro de Mateo, en el capítulo 13:35 encontré algo que me llamó la atención, me detuvo en la lectura y me estremeció fuertemente: Refiriéndose a las parábolas, Jesús les dijo que, a través de éstas, les revelaría cosas que están escondidas desde la fundación del mundo. Mi mente corrió rápidamente para adelante y para atrás en el tiempo. Ya conocía el texto 11 del mismo capítulo donde a preguntas de los discípulos, el Maestro respondió: “Porque a vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos; más a ellos no les es concedido!. El verso 16 reafirma su enseñanza y el 17 señala que muchos profetas no vieron los “secretos del reino” que el Maestro está compartiendo con ellos en las parábolas. ¿De qué secretos habla Jesús y a qué cosas se refiere que ningún profeta tuvo el privilegio de conocer?
La idea de descubrir algo que no sabía me saltó el corazón y repasé varias veces cada parábola en busca de más luz, hasta que un gran tesoro se descubrió ante mis ojos que me quitó el sueño por varios días: La parábola del tesoro escondido del verso 44 me hizo volver sobre el capítulo 13 y descubrí que contenía 7 parábolas. O sea, que la plenitud de la revelación se encontraba en ese capítulo y que el tesoro estaba allí.
No fue difícil descubrir que el Maestro en su inmensa sabiduría nos dejó huellas que podemos seguir y al hacerlo encontramos el camino ya trazado para nuestra pobre y gastada mente entender la ruta: Descubrí 7 palabras clave que además de las 7 parábolas, contribuyen a entender algo que Jesús le explicó a los discípulos y que ellos no entendieron, aunque se dieron por entendidos, sin realmente entender (verso 51). Pero sus palabras fueron registradas sin que los enemigos de la verdad se interpusieran, cambiaran el texto de la traducción y se perdiera ese mensaje tan importante y sublime.
¿Qué puede haber de peligroso en el texto de una parábola para los enemigos? Si la parábola recoge historias reales o ficticias de la historia de la gente y de los pueblos, ¿Qué riesgo había en transcribirlas tal y como el Maestro las relató?
El Señor protegió el mensaje a sus verdaderos discípulos ocultándolo en parábolas que solo se pueden entender bajo el poder de la fe, el ayuno y la oración. “En esto se conoce al verdadero discípulo, si es capaz de entender el mensaje oculto en las parábolas. –“Los entendidos entenderán”
-Para eso les hablo en parábolas, para que los que no son discípulos verdaderos no entiendan-.(Mateo 13:13) (el parafraseado es nuestro)
El capítulo 13 de Mateo es el mensaje primario que carga otro mensaje oculto que no es el literal que leemos. Son dos mensajes en uno y para entenderlos hay que descifrar la clave. Podemos aseverar que, de acuerdo a este hallazgo, descubrimos que toda la biblia está escrita en clave y oculta un mensaje específico para los verdaderos discípulos y presenta un mensaje común para todos. O sea, que hay un texto literal que es el que todos vemos a simple vista, y un texto oculto que corre paralelo a través ede todo el relato bíblico.
La clave está en las parábolas, en la historia común de algunos personajes, en la configuración del santuario del desierto, en las escenas familiares o de época, en símbolos escogidos, y en cada palabra que salió de la boca del Maestro.
Cuando descubrimos ese tesoro oculto, descubrimos la sabiduría divina, el verdadero mensaje y lo más importante: Que somos bendecidos con el discipulado genuino que nos permite compartir la comisión evangélica y entender los “Misterios del Reino”.
Una de las cosas interesantes que aprendí es que cuando el Maestro envió a los discípulos a predicar este evangelio a todo el mundo, y a bautizar a los que lo aceptaran y creyeran, era por “testimonio” y sin testimonio no tendría al efecto implícito ni el resultado esperado. Era una tarea que se cumpliría y se ha cumplido literalmente. Es obvio, que no conocemos a los discípulos de Jesús en su tiempo, ni podemos ver milagros como aquellos.
Los milagros se siguen dando individualmente por la fe personal, pero no existe un patrón de curación establecido en la iglesia cristiana que garantize las curaciones que se dieron en los tiempos de Cristo.
Estas aseveraciones fuertes y contundentes que realizo en este tratado, solo las puedo hacer después de descubrir el “tesoro” escondido en las parábolas. Noten que el Maestro dijo que “a través de las parábolas nos revelaría “secretos” que han estado escondidos desde antes de la fundación del mundo”.(verso 35)
O sea, que lo que conocemos del Génesis por Moisés, es una parte del mensaje que está guardado para los “verdaderos” discípulos: Que hay otra biblia dentro de nuestra biblia y que la inmensa multitud de cristianos en el mundo desconocen su existencia y su mensaje.
Así como la grandeza del Universo es inexplicable para el científico y a veces incomprensible para el ciudadano común. La biblia que descubrí en el mensaje oculto de las parábolas es tan abundante en información vital que se puede establecer un currículum universitario sobre ella. Pero los teólogos, se limitan a repetir los viejos conceptos de las escuelas de teología les ha inculcado por siglos y no se les hace fácil salir de ese adoctrinamiento para descubrir algo tan precioso como lo es el mensaje oculto en la biblia.
Pero eso no es lo importante; la recomendación apostólica del Maestro es “Escudriñad las escrituras porque a vosotros os parece encontrar la vida eterna y ellas son las que dan testimonio de Mi”.
“Escrudiñar las escrituras es exprimir hasta la última gota el jugo de la vid verdadera”. Cuando siembras la semilla y da su fruto, lo único que se necesita es agua. Agua fue el elemento básico para el buen vino de la boda de Caná. El buen vino desembriaga mientras que el vino común embriaga y enajena al que lo toma. La enajenación de los pastores y ministros del evangelio sobre las enseñanzas bíblicas esenciales de la palabra, son el resultado de la superficialidad del mensaje que se predica. Por esa razón, la iglesia cristiana ha perdido fuerza para predicar y credibilidad y respeto del mundo para aceptar los postulados cristianos como palabra divina.
Si descubrieran el tesoro, venderían todo lo que tienen para comprar el tesoro y ser dueños del mismo. (Mateo 13:44)
COSMOVISION
Hay muchos hombres sinceros de corazón y con buena intención de cumplir con la comisión evangélica, pero la misma teología moderna, sistemática y homogeneizada no les permite adaptar su mente a las verdades genuinas del evangelio. No tienen el criterio propio de romper con las enseñanzas tradicionales de la teología que aprendieron de otros hombres y siguen predicando un mensaje que se ha convertido en metal que resuena, en címbalo que retiñe, muy parecido a la música moderna que resuena y no dice nada.
No han escudriñado con oración y ayuno. Esa es la razón de la superficialidad del mensaje que predican. Por más que se esfuerzan y enfatizan, por mejor que elaboren su mensaje, por más belleza de la música que incluyen, no logran una verdadera transformación del auditorio, porque falta lo más esencial: La bendición del Espíritu Santo.
Por no haber predicadores que hayan entendido y descubierto el mensaje oculto es que el mundo ha perdido la confianza en el mensaje cristiano, en su eficacia y en el don de sanar los enfermos. La iglesia cristiana ha perdido fuerza y respeto del mundo por la poca fuerza que ejercen los pastores, ministros y sacerdotes sobre la escuela y la sociedad en general. Ese debilitamiento se debe a que el mensaje que predican se hace poco creíble por estar falto de la escencia vital.
No podemos olvidar ni por un momento que el Maestro Jesucristo le impartió fuerza a su mensaje curando todo tipo de enfermos, alimentando multitudes y resucitando muertos.
La iglesia cristiana moderna al no sujetarse a las leyes naturales perdió el poder de obrar y refiere los enfermos a los médicos y a los hospitales.
Aún quedan algunos predicadores que pretenden curar haciendo exorcismos y apelando a la inducción psicoprofiláctica. Alguno que otro enfermo es inducido y siente un cambio que cree que es el espíritu sanador, para luego darse cuenta que aún sigue enfermo. Los que presencian el “milagro” creen sinceramente que se realizó un acto sobrenatural y siguen creyéndolo por conveniencia y duda. Tal vez mañana sean ellos los enfermos que necesiten y tal vez por eso, mantienen su fe y convicción en el milagro.
La verdad es que la mayor parte de los miembros de las iglesias cristianas están tan enfermos o en sobrepeso como los demás que no profesan ninguna fe y todos en algún momento se encuentran, creyentes y no creyentes en un hospital sufriendo las mismas enfermedades.
Por lo tanto, no existe un pueblo de Dios con el poder de sanar a los enfermos. Si lo hubiera, el respeto que la gente ha aprendido a tener a los médicos y hospitales se hubiera desvanecido. Al contrario, el sistema médico toma fuerza como única autoridad que puede manejar la salud de todos y determina que, si hay un grupo de cristianos o religiosos que rechaza transfusiones de sangre o algún otro engendro químico, acuden a un juez buscando apoyo legal para obligar a la persona o los padres de un menor a recibir el susodicho tratamiento. El don que no se ejercita se pierde. (Lucas 16)
No hay lugar a dudas que la iglesia cristiana en general, ha perdido su fuerza desde que perdió el poder de curar a los enfermos. La iglesia mas bien se comporta como una organización de orden social que satisface el deseo innato de la gente tener un lugar para complacer sus deseos espirituales, mejorar su supuesta relación con Dios y confraternizar con sus hermanos en la fe. Algunos grupos religiosos aún creen en la necesidad de mantener la comisión evangélica de predicar y ganar almas y salen a trabajar en el campo misionero.
Varias organizaciones cristianas poseen clínicas y hospitales para sustituir de alguna manera los dones de sanidad que se han perdido y delegar a los médicos y a los hospitales esa importante comisión que le fue conferida a los discípulos como parte de su misión evangelizadora. De esa manera, creen que subsanan esa vital fase de la responsabilidad apostólica que fue el principal atractivo del mensaje de Jesucristo en su paso por el mundo.
Se justifican en su defecto, con la excusa de que Dios le da la sabiduría a la ciencia médica para realizar el trabajo principal del Maestro que sanó más enfermos que lo que predicó. O sea, que el poder sanador de Cristo, lo ejercen, con el beneplácito de la iglesia cristiana los médicos y los hospitales con cirugías, drogas tóxicas y tratamientos que ellos mismos reconocen que no curan.
Médicos que han descartado la palabra curar y la han reemplazado por “tratar”. Pues reconocen, y así lo expresan que desconocen el origen de las enfermedades más comunes que sufre la gente. A esa mafia es que la iglesia cristiana le ha entregado el poder más grande y convincente que el Maestro le entregó a sus discípulos. Esa cosa nostra es la que ha tomado el lugar de Cristo en la sociedad moderna, y en la medida que ha fortalecido su poder al amparo de las leyes civiles, es que la iglesia ha cedido ese don y ha perdido su poder de curar a los enfermos. Ese es el talón de Aquiles de la iglesia cristiana y la razón por la cual le fueron quitados los talentos que le habían sido conferidos: El poder de curar a los enfermos. Muchos pastores justifican su falta y su ineptitud enseñándole a su feligresía que Dios le dio la sabiduría a los médicos para realizar las curaciones que realmente le corresponden a la iglesia a través del poder del Espíritu Santo.
En la parábola de los talentos, Jesús le advierte a los discípulos lo que le ocurre a todo aquel que le es conferido uno o más talentos y no los pone en acción para multiplicarlos. Por esa razón no hay don de sanidad en la Iglesia Cristiana.
Hace 50 años aproximadamente, he estado analizando esta información a la luz de las escrituras y me sorprende que no haya un solo escrito de algo tan trascendental para el pueblo creyente de este siglo.
Hoy, en la iglesia cristiana, orar por los enfermos es como “metal que resuena o címbalo que retiñe. Si por virtud del propio cuerpo se produce el proceso curativo, Dios contestó la oración. Si en cambio, Dios, supuestamente no contesta la oración, llaman una ambulancia y corren con el enfermo para el hospital y siguen orando. Si el enfermo se muere es la “voluntad divina” y si sale vivo del hospital es que el Señor contestó las oraciones y guió la mano de los médicos. Esa lotería acomodaticia se ha convertido en la práctica justificadora de todas las iglesias cristianas ante la impotencia que les ha creado la pérdida irreparable del más importante don divino que recibió del Maestro cuando organizó a sus discípulos en su paso por el planeta: El poder de curar.
La transición en la que la iglesia le entrega el poder de sanar a los médicos y a los hospitales es un capítulo importante en la historia del cristianismo que el Maestro anticipó en las parábolas y que discuto a plenitud en el “mensaje de las parábolas” pues es el mensaje en el que la iglesia cristiana no quiso abrir el libro con los siete sellos de Apoc: 5 y 6 y tuvo que ser el Maestro, “el león de la tribu de Judá”, “que venció para abrir el libro y desatar sus siete sellos a retomar el comando que la iglesia perdió y por lo cual le fue quitado el talento que le había sido conferido. El mensaje a las siete iglesias reclama en más de una ocasión que dos de las iglesias permitieron la entrada de esa falsa ciencia (Mafia) al seno del cristianismo.
Los nicolaítas en el tiempo de “las iglesias” eran ese siniestro grupo quienes introdujeron conceptos científicos de filosofía muy profunda y de prácticas polígamas. Se les dio el nombre de nicolaítas. Su vigencia se extiende del año 600 al 756 y su representación histórico-profética se transformó en la hechicería que dio paso a lo que es ahora la medicina moderna.
A pesar del mensaje contundente a las siete iglesias de apocalipsis, la medicina moderna con sus pociones tóxicas y prácticas de dudosa naturaleza, se fue adueñando de la voluntad humana hasta llegar a ser lo que es hoy: Una práctica legalizada, reglamentada y generalizada que ha dominado al mundo bajo el pretexto curativo que subyuga con el poder de drogas adictivas, alucinantes, psicodélicas, tóxicas, cirugías de todo tipo, trasplantes de órganos, prótesis, transfusiones de sangre, vacunas y drogas tóxicas como la quimioterapia y todas.
La medicina moderna no puede sustituir el don divino de la sanidad porque no cura. Los que salen del hospital vivos es porque su organismo responde, se estabiliza y recupera a pesar de los tratamientos y de las drogas administradas. Pero muchos tienen que volver una y otra vez porque quedan adictos al tratamiento, dependientes al sistema; controlados y manipulados por medicamentos adictivos; Una vida artificial. Se puede decir que muertos en vida. Todavía oyen, ven y algunos pueden hablar o caminar, pero su vida depende de drogas y aparatos artificiales.
Si usted le pregunta a su médico cual es la causa de su enfermedad; de la diabetes, de la hipertensión, de la artritis, del lupus, o de lo que sea, lo más seguro que le contesta es que “se desconoce la causa”. ¡Es cierto! ¡Los médicos de la medicina convencional desconocen el origen de casi todas las enfermedades que sufre la gente!. Si eso es así, y desconocen la causa; ¿Cómo se atreven a tratar algo que desconocen?
Es un crimen imperdonable contra la naturaleza humana tratar a un paciente, intoxicarlo con drogas, enajenarlo de los síntomas que señalan una patología existente y aumentarle la dosis de droga mientras se agrava la condición, para luego operarlo y extraer un órgano que se pudo haber salvado a tiempo si se hubiera tratado la causa en sus inicios. Si supieran tratar la causa, la cirugía hubiera sido innecesaria.
Los uniformes blancos, la aparente pulcritud de los hospitales, y la seriedad con la que mienten y engañan a los enfermos les ha creado un gran respeto de la gente que desconoce el fraude que representa la medicina moderna. Eso hace que los legisladores, los hombres de Estado y los jueces de las cortes se inclinen a favorecer todo lo que parezca bueno y beneficioso de la medicina moderna y por eso se acepta en corte la evidencia que presentan los médicos como la última palabra de la ciencia, cuando por lo general, el médico que testifica tiene la razón sometida a un criterio incierto, dudoso, irreal y a veces inexistente que solo se sostiene en la palabra o en el texto científico sin tener una verdadera base real.
La medicina moderna cree por fe lo que dice el texto científico y la mayoría de las veces el texto científico es una doctrina sin fundamento. Podemos decir: “Que la medicina moderna es una forma de religión que ha usurpado el verdadero poder sanador que se le confirió a los apóstoles y lo ha falsificado con teorías humanas y fábulas de arte y ciencia compuestas! Su esfuerzo es para impresionar y hacer creer lo que no es. Y la iglesia cristiana ha creído el engaño de la serpiente y le sigue diciendo a todos: “No morirás”. El gran engaño se sigue repitiendo cada día en cada hospital del mundo: Todos lo creen y la iglesia representada por la mujer, acepta comer del fruto prohibido, de la droga tóxica, aunque pierda la vida eterna. Si observamos el caduceo médico que es el símbolo de la medicina moderna, ha sido siempre una serpiente enrollada, la misma que con palabrería convenció a Eva desde una rama. No se esconde, se presenta tal cual es y aún así engaña a todos y los somete a su autoridad.
No olvidemos que comencé este escrito con la experiencia que viví cuando descubrí el mensaje oculto en las parábolas de Mateo 13. Es de ahí donde nace tanta información, que se debe redactar un libro que aclare el mensaje literal de la biblia enriqueciéndolo con el mensaje nuevo de las parábolas que ilumina toda la teología tradicional y sistemática con la inteligencia divina.)
Cuando descubrí el secreto del tesoro escondido, me convencí que la biblia no es un libro más de religión y de historia antigua. Efectivamente, como dice el texto de Juan 5:39: “Escudriñad las escrituras porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi”. Escudriñar es buscar, explorar, examinar detenidamente, exprimir el zumo hasta lo último para extraer todo el jugo que se pueda… Leer no es escudriñar, aunque se escudriña leyendo detenidamente y comparando un texto con otro.
Quiero compartir mi hallazgo con todo el que interese descubrir el mensaje oculto que el Maestro nos dejó guardado dentro del mensaje literal de la biblia y que está escondido para unos y disponible para otros. (Mateo 13:13)
El verso 15 de Mateo 13 expresa en boca del Maestro, la verdadera razón por lo cual muchos, no entienden ni pueden apreciar el mensaje literal de la biblia y mucho menos van a entender el mensaje oculto en símbolos y parábolas. Se trata de un problema de “visión y audición” espiritual a causa de que el “corazón de este pueblo esta engrasado” Quiere decir el Maestro que la grasa que se ha acumulado en las arterias, en el cerebro y en el corazón de muchos, no les permite “entender” el mensaje de Dios para ellos.
Quiere decir que es la alimentación a base de grasas animales, refritos y sofritos lo que ha subido el colesterol y los triglicéridos de muchos que no les permite ver y oír claramente, ni percibir los mensajes espirituales para que puedan entender y convertirse para que el Señor los sane. Por esa razón, ha sido bajo ayuno y oración que algunos han podido discernir el mensaje oculto y verlo como parte del mensaje literal en su verdadero contexto. Aún así, muchos lo entienden al cien por ciento, otros al sesenta y otros al treinta. (Mateo 13:23). Versión Reina Valera.
Uso la versión Reina Valera porque se ajusta mejor al texto original. Otras versiones modernas más bien parecen perversiones del texto original pues han sido parafraseadas y traducidas para que se entienda mejor el texto literal. Esta aparente buena intención de poner la biblia al alcance del idioma moderno, la separa y la aleja del texto del mensaje oculto y le sirve a pastores superficialitas que no tienen la vista espiritual ni la preparación física para ahondar y descubrir el texto del mensaje escondido en símbolos y parábolas.
Después de descubrir el “tesoro escondido” en las parábolas, nos daremos cuenta que todas las escenas de la historia bíblica, los eventos literales que allí se narran y los hechos de muchos patriarcas y profetas en su vida, tienen un segundo y hasta tercer mensaje oculto en ellos mismos.
O sea, que podemos encontrar en cada pasaje bíblico un significado literal que es el que vemos a simple vista que narra el evento, otro mensaje espiritual que se oculta, y un mensaje profético que se proyecta; Que desde “antes de la fundación del mundo” (Mateo 13:35) las parábolas, las historias, el edén, el diluvio, el arca de Noé, el santuario del desierto, el peregrinaje del pueblo de Israel, el maná celestial etc.… Tienen otros significados y propósitos que se revelan a quién pueda entender este misterio oculto.
El que pueda entender este acertijo divino, encuentra un tesoro de riqueza inigualable que ningún otro escrito humano puede ofrecer. Los grandes escritores y literatos de la historia, con sus grandes obras literarias, ni se acercan, ni se pueden comparar con la sabiduría infinita que satura la biblia en el mensaje de los símbolos oculto en el texto literal. Eso nadie lo ha descubierto y está allí, nadie lo ha entendido y se entiende, nadie lo ha enseñado y se puede mostrar. Y cuando se enseña, vemos de inmediato quién lo entiende y quién no lo entiende, porque es el mensaje que separa a los entendidos. (Mateo 13) “Los entendidos entenderán” y los que no entienden no son verdaderos discípulos y están allí esperando la repartición de los panes para saciar el estómago y regresar a sus casas hartos.
Cuando mencionamos “panes” lo hacemos respetando las palabras del Maestro cuando pregunta a los discípulos por las experiencias anteriores que se dieron en las que hubo multiplicación de panes y se alimentó una multitud en dos ocasiones. Noten en el texto de Mateo 16: 8-11 y Marcos 8 que Jesús no menciona peces al referirse a estos eventos por lo que se cree que la palabra “opsariom” que es el término usado en el texto original se refiere a una salsa o crema que se acostumbraba en ese tiempo para untar al pan y que consistía en un tipo de queso casero con aceite de olivas y especias.
Los traductores entendieron que la mestura del pan eran peces, por una lógica equivocada, ya que los discípulos eran pescadores y en esa región se comía pescado comúnmente. Pero Jesús no podía, por lógica natural, multiplicar peces muertos y mucho menos darlos a comer a la multitud. “Dios es un Dios de vivos” No un dios de muertos. Marcos 12:26-27 – Lucas 20:38 Las palabras que se refieren a peces en los idiomas originales son “piscis” e “ictius” y la palabra traducida del texto de los milagros de multiplicación de los panes es “opsariom” por lo que la traducción no se ajusta a la realidad. No obstante, al traducir las palabras de Jesús, no se atrevieron añadir los “peces” por temor y respeto a la “palabra misma”. O sea, que cuando Jesús habla, no habla de peces sino de panes. (Vease Mateo 16 y Marcos 8)
El evangelio ha sido adulterado en escritura y de palabra, pero la verdad está presente, pero escondida y protegida en las parábolas.
Es sorprendente que los grandes misterios del reino y de la historia (Mateo 13:35 y Marcos 11:13 se aclaren en las parábolas. Encontramos en el texto secreto de las parábolas la rebelión de Satanás y la mentira antes de la fundación del mundo, cuando más tarde se incorporó a la nueva creación y tentó a Eva con mentiras, y puso acción a la mentira mezclándola con la verdad.
Una verdad tiene que ser absoluta y no puede tener ni un solo punto o una coma de mentira; Una gran verdad que contenga un solo punto de mentira no convierte la mentira en verdad, pero convierte toda la verdad en mentira. El adulterio de la palabra es un pecado imperdonable porque es blasfemia contra el Espíritu Santo.