La Llave de David – Parte V

24-7worship.org - What is the "Key of David"?

Por: Dr. Norman González Chacón

Como se estableció en el estudio de Apocalipsis, que el mensaje de las iglesias cubre diferentes épocas históricas que se repiten en ciclos, así ocurre con los mensajes proféticos del libro de Daniel. En Apocalipsis, el dragón bermejo, la bestia y la imagen de la bestia, están presentes en cada época con la misma intención y propósito, pero con un significado específico del tiempo en que concurren. Por lo tanto, lo que en un tiempo fue un poder perseguidor en Europa y Asia, dejó de serlo en la época siguiente cuando la imagen de la bestia se convierte en la bestia y surge una nueva imagen en Norte América a raíz de su descubrimiento, que le permite a los cristianos perseguidos en Europa, emigrar a ese continente.

Así mismo, la imagen del sueño de Nabucodonosor de Daniel 2, aunque es un mensaje que según el profeta Daniel se lo presenta al rey, comprende varios reinados en sucesión hasta llegar a los diez dedos de los pies de la imagen. Estos representan lo que fue históricamente los diez reinos en que se dividió Europa, que luego se convirtieron en los 7 países que existen hoy al eliminarse tres de ellos: Los Hérulos, los Vándalos y los Ostrogodos.

Algo que confunde a los teólogos es que la bestia de Daniel 7 y la bestia de Apocalipsis 17 tienen características similares pero se dan en épocas diferentes. Esto confirma nuestra posición de que lo que fue inicialmente el poder perseguidor que los teólogos identifican como el imperio romano, va transformándose en el tiempo, y en cada época siguiente surge una bestia representativa de la profecía que toma el lugar y ejerce el poder de la primera bestia en presencia de la otra que lo cede.

El estudiante moderno de las profecías debe entender que lo que fue el poder perseguidor de la bestia en los tiempos de la reforma en Europa, no es el mismo que existe hoy día. Si estudiamos la historia de la reforma y la comparamos con los primeros siglos de la historia de la iglesia cristiana en América, veremos que hay una relación que se puede establecer muy sutilmente en el tipo de persecución que se lleva a cabo entre las diferentes denominaciones: Estas se establecen en América y de ellas surgen subdivisiones y sectas con diferencias notables en el mensaje que predican. Estas, que en una época histórica fueron la imagen de la bestia, se constituyen en la bestia de su tiempo. Cada doctrina diferente es enseñada y predicada como dogmas particulares de cada denominación o grupo. Cada grupo o sector religioso sale a buscar “almas para salvar” y esa acción, se convierte en un nuevo tipo de “persecución religiosa”, diferente a la persecución religiosa que la iglesia cristiana naciente recibió en los primeros siglos en España, donde se quemaban las biblias, se encarcelaban a los cristianos y muchos fueron asesinados por permanecer en sus creencias, otros fueron convencidos por la fuerza de los gobiernos y muchos se escondieron huyendo de la fuerte persecución que se desató en contra de los cristianos.

Es en esa etapa que “la mujer” (la iglesia) huye al desierto donde tiene lugar aparejado por Dios para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días”. (Apocalipsis 12:6) Esta profecía es de doble aplicación y no solo aplica a la huida de María y José con el niño a Egipto , sino que cubre la etapa de la iglesia huyendo de Europa a América que estaba despoblada y desierta. Allí el Israel que huye de la gran persecución en Europa, se refugia y se establece en lo que más adelante se convierte en las trece colonias que constituyeron la nueva tierra que abre su boca y absorbe el “río que arrojó la serpiente de su boca” (Apocalipsis 12:15). “Pero la tierra ayudó a la mujer, y la tierra abrió su boca, y sorbió el río que había echado el dragón de su boca”. (Apocalipsis 12: 16-17) La tierra, aquí mencionada es el nuevo mundo de América que le da albergue a la iglesia cristiana que huye de la persecución en Europa y se establece en el nuevo continente americano, en la tierra de libertad. Un desierto donde tiene que ser sustentada como lo fue María en Egipto en lo que pasaba la ira de Herodes. En esa ocasión, Herodes, en representación del Imperio Romano representó el poder del dragón que persiguió a la mujer para devorar al hijo varón. La tierra, América, absorbió el río de persecución que el dragón había desatado, para proteger a la iglesia que se llamó cristiana.

Pero, en América como ocurrió en Europa, la persecución fue diferente, esta vez de índole sutil y muy distinta. En esta ocasión,  el dragón, airado contra la iglesia, se fue a hacerle la guerra a “los otros” de la simiente de ella, los cuales guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo (Apocalipsis 12:17). Fue una persecución de índole intelectual y sicológica. Las iglesias protestantes hijas de la reforma, ridiculizaron y menospreciaron a los “otros” cristianos que “guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.” Según la mayoría de ellas, frutos de la reforma de Lutero, no había necesidad de observar y obedecer los mandamientos pues por la “fe y la gracia” (única gracia) se obtenía la salvación sin la ley.

Es importante señalar que esa es una de las tres doctrinas de error que “un enemigo sembró” en la finca del Señor de Mateo 13. El concepto se repite en la parábola de “una mujer” (una iglesia) que introdujo levadura en tres medidas de harina hasta que toda la masa quedó leudada (fermentada). Esas tres doctrinas de error que la iglesia introduce en el evangelio adulteran o fermentan toda la masa de creyentes y desfiguran el mensaje de Cristo que no vino a “abrogar la ley ni los profetas, sino a cumplir” (Mateo    )

No debemos olvidar que las 7 iglesias de América que se levantaron en la tierra de libertad, estaban contaminadas con los tres mensajes de error que “una mujer” o una iglesia creó para confusión de los creyentes. Esas iglesias con el mensaje adulterado no le interesaban al dragón que se fue a hacerle la guerra a la simiente de la mujer, “los otros” que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe o el testimonio de Jesucristo. (Apocalipsis 19:10) Como podemos descubrir, el testimonio de Jesús es el Espíritu de profecía que reciben todos los que con el entendimiento, entienden la palabra y reciben el don de comprender la profecía. Contra esos que guardan la palabra de su paciencia y obedecen los mandamientos de Dios, el dragón se enfurece, viaja también a América y sigue su obra perseguidora contra ese grupo en particular.

Como en el tiempo de la dispersión, que es otra de las etapas que se repiten del pueblo de Dios en cada época histórica en que la persecución lo provoca, se crea separación y dispersión de los tizones encendidos para que el fuego de la lucha se apague. Esa es una treta satánica que el enemigo aplica para evitar que el pueblo de Dios se mantenga unido y fortalecido en crecimiento. La dispersión del pueblo judío es un gran ejemplo de esa táctica satánica.

Cada vez que se levanta un movimiento que enseña y practica la obediencia a las leyes divinas, el enemigo se infiltra y separa, dividiendo opiniones, creando dudas, señalando faltas y en última instancia, persiguiendo a los más débiles en la fe que sucumben antes de alcanzar el fortalecimiento y la madurez espiritual: “Divide y vencerás”. Esa parece ser la táctica del enemigo incansable de la verdad. 

Debido a estas tres doctrinas de error: La inmortalidad del alma, la salvación universal por fe y gracia, y la abolición de los mandamientos, el protestantismo ha proliferado en el mundo debido a que libera al creyente de las obligaciones que Dios exige para salvación. (En otro escrito estaremos explicando en detalle lo que significan estos errores que se han introducido en el evangelio y las consecuencias para los creyentes.)  Es debido a estas doctrinas que el protestantismo ha crecido en el mundo y persisten hoy como dogmas universales. La observancia a los mandamientos, preceptos, decretos y estatutos establece un importante y muy interesante pacto entre Dios y el hombre que la iglesia cristiana ha invalidado: En Deuteronomio 7:9-15 Dios le promete al pueblo que guarda los mandamientos una bendición grande y poderosa, una prosperidad única, ninguna plaga mala que los azote y ninguna enfermedad que los afecte.  

Algo muy importante en la vida del cristiano que desea entender las profecías y sus mensajes divinos, es la alimentación de su cuerpo y de su mente. Nada que contamine su mente debe ser leído, visto o escuchado. La alimentación sana del intelecto debe ser vigilada y cuidada así como la alimentación del cuerpo físico. En el libro de Daniel, capítulo 1 y versos del 8 al 20 se pueden observar los resultados de una alimentación sana, sencilla y sabrosa.

La única bebida, agua pura, y el alimento consistió en frutas y vegetales o legumbres. Este es un asunto muy serio y significativo. No se pueden recibir los dones espirituales ni tener una buena salud o una excelente percepción espiritual o profética si se consumen bebidas alcohólicas, azucaradas o se consume carne o sangre de animales muertos, condimentos irritantes y cereales híbridos.

La alimentación del pueblo de Dios de los últimos días debe ser la misma del Edén, la misma de Daniel y la misma del apóstol Juan en Patmos. Para percibir las cosas espirituales y evitar que los residuos de mortandad contaminan nuestro organismo, debemos ser en extremo cuidadosos y temperantes. Las enseñanzas de error son parte de la ciencia del mal que domina las escuelas de medicina y a su vez, se propagan por todos los medios, alcanzando a todos los habitantes del mundo.

Por esa razón, la iglesia cristiana ha sido tentada y desviada de la verdad. Ha caído en la babilonia alimentaria del mundo y se ha desviado de la verdad eterna que Dios estableció desde el Edén. Allí Adán y Eva recibieron un solo mandamiento: No comer del árbol de la ciencia. Hoy la iglesia cristiana no solo sigue comiendo del árbol de la ciencia, sino que en conjunto, las iglesias que llevan el nombre de Cristo y se hacen llamar cristianas, participan activamente en comer del fruto de la ciencia del conocimiento del bien y del mal. Todas han desechado las curaciones divinas y han puesto su confianza en la ciencia de los médicos y en los hospitales. Estas instituciones que no tienen ni el conocimiento ni la autoridad para curar ninguna enfermedad, se nutren de aquellos que se enferman por sus estilos de vida y de alimentación. Con drogas tóxicas de grandes efectos secundarios, sostienen el gran imperio de la enfermedad y de las grandes Pharmas.

Las siete (7) iglesias de esta etapa de la historia, sostienen hospitales como parte de su errado ministerio.  Por esa razón, han perdido el don de la sanidad divina y sus miembros y pastores sufren el azote de todo tipo de enfermedades, plagas y pandemias. Para salir de esa condición, y recuperar los dones perdidos, es menester salir cuanto antes de esa babilonia médica que han creado, así como de los hospitales que sostienen y rechacen seguir comiendo del árbol de la ciencia del mal. Si hay un mensaje importante en el libro de Daniel para el cristiano de hoy, es el ejemplo alimentario de Daniel y los jóvenes hebreos en la corte del rey. Es una lección de vida única que se prueba en solo diez días. Esa también es la prueba que se le exige a la iglesia de Smirna como señal de su lealtad. (Apocalipsis 2:10)

Nota de autor:

En mi larga y exitosa práctica de la medicina natural que ya cuenta 60 años, he podido concluir que en solo diez días del cambio a una alimentación, vegetariana simple como lo es el ayuno sustentado de Daniel, que es el que le recomendamos a los enfermos, se pueden ver cambios positivos y curativos de gran importancia en el estado de salud de enfermos, no importa  la enfermedad o enfermedades que estos sufran.  

Noten que desde el mismo principio de la historia y desde antes de conocerse el pecado, Dios había señalado que existía un fruto de la ciencia que llevaba al mal si se consumía. Hoy día, todos los frutos de la tierra han sufrido la degeneración de seis mil años de esterilidad del suelo, y de las manipulaciones genéticas de los científicos, sumado a la constante fertilización química y al uso de plaguicidas. Hoy día el árbol de la ciencia sigue siendo del mal para quien come su fruto. Toda esa degeneración de los frutos de la tierra, sumados al consumo de animales muertos, que nunca estuvo en los planes de alimentación de Dios para sus criaturas, son los responsables de las muchas enfermedades que sufre la humanidad, de la violencia y saña del hombre contra el prójimo, y de todos los males que afectan el planeta, el ambiente y el clima.

Dios esperaba que al enviar a su hijo a esta tierra, se levantara una iglesia poderosa que con sus enseñanzas y ejemplo, pudiera corregir y compensar el daño que Satanás le ha hecho a la tierra. O, por lo menos, minimizarlo al máximo de sus capacidades. Una iglesia que curara a los enfermos, que educara a sus miembros a proteger el ambiente, a cuidar de las plantas que dan frutos, a proteger las semillas, a evitar el daño que el enemigo le hace a la creación, y a enseñar a la gente a no enfermarse. Finalmente, a preparar a sus miembros para ser ciudadanos del nuevo reino. De manera, que mientras Jesucristo lleva a cabo su ministración en el santuario del cielo, la iglesia que lleva el nombre de Cristo, se encargaría de enderezar los entuertos que los seres humanos, guiados por la ambición de Satanás, han creado en la tierra.

Esta desviación del propósito original es lo que el último mensaje a las iglesias, trata de corregir señalando las faltas y desviaciones que cada denominación sufre, y reconociendo sus buenas obras y su dedicación y trabajo cuando lo merece.

Como esta reforma no se realiza, al paso del tiempo la iglesia de los últimos días se enferma, se queda ciega, pero no se percata de sus condiciones que la llevan a un estado de tibieza espiritual que no es ni fría ni caliente. Esta iglesia se cree rica porque sus miembros pagan buen diezmo y dan ofrendas en abundancia. Pero está ciega y desnuda. Y lo peor es que no se percata de ello. Jesucristo la llama desde la puerta, pero ésta iglesia se enajena con sus muchas actividades pro-forma y no responde al llamado que desde la iglesia de Filadelfia el Señor le hace a Laodicea. Esta iglesia está condenada al rechazo divino y será vomitada de la boca de Dios. Esa es una amenaza real si no se arrepiente. Pero la lujuria de creerse rica no le permite ver la vergüenza de su desnudez y eso agrava su situación.

Cuando una persona o una institución cree que es rica y que no tiene necesidad de ninguna cosa, se vuelve prepotente y pretenciosa y se cree autosuficiente. Cuando se trata de una iglesia, la oración de sus miembros es superflua, con muchas palabras y sin esencia de fe que la sustente. Oran para oírse ellos, poco a poco pierde los dones espirituales y su mensaje se hace monótono, fútil y estéril. Laodisea ofrece mucho pero da poco. No hay un pueblo preparándose efectivamente para realizar el último trabajo que cierra la misión evangélica en la tierra en el tiempo final.

Todos proclaman la venida del Señor, pero no hacen el trabajo para lograrlo. Las señales se están cumpliendo en el mundo, y no hay una iglesia preparada que atraiga las almas sinceras a su seno. El rebaño del Señor está esparcido y no encuentra la puerta para entrar. La puerta está en la iglesia de Filadelfia.

La curación de los enfermos en este tiempo es tan importante como en los tiempos de Cristo. Es la señal al mundo de que existe una iglesia poderosa con el nombre de cristiana. En los tiempos de Daniel, fue el espíritu de la profecía, en este tiempo es la curación de los enfermos. Ambas doctrinas se unen a la observancia de los mandamientos y de las leyes naturales de Dios para preparar a los santos que han de ser trasladados.

La tarea es ardua por demás, y la curación de los enfermos en esta etapa de la historia debe seguir el ejemplo del último milagro de curación que realizó Jesús: El del ciego de nacimiento. Este milagro contiene nuevos elementos que Jesús introduce para ejemplificar los milagros de los últimos días que la iglesia cristiana debe realizar a gente que están ciegos espiritualmente porque no han podido abrir sus ojos a la verdad, ya que no ha habido iglesia que lo haga.

Señaló Jesús que “entre tanto que el día dura”, conviene obrar las obras de quien le envió. (Juan 9: 6-11) Luego escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva y untó el lodo sobre los ojos del ciego. Luego, lo envió a lavarse al estanque de Siloe que estaba al otro extremo de la ciudad. Un gran reto para un impedido que no estaba acostumbrado a caminar por esa parte de la ciudad, habiendo agua del mismo canal, que pasaba justamente por donde el ciego caminaba todos los días. Este estanque tenía fama porque sus aguas naturales provenían de la fuente de Gijón del valle de Cedrón y se decía que eran curativas. Se usaba para los rituales de lavamientos y eso justificaba que el ciego tuviera que viajar tal distancia.

El lodo representa los elementos de la tierra con los que fue creado el cuerpo humano y del cual deben ser obtenidas tanto la medicina como el alimento. Los remedios naturales de la tierra son medicina de este tiempo. Jesús se limitó a aplicar la mezcla de los elementos de la tierra con su saliva que representa “su palabra” y esa combinación es la que prepara al enfermo o al impedido para que con su fe, pueda seguir las instrucciones y recibir la sanidad.

Esos deben ser los pasos de las curaciones milagrosas de los últimos días que le devolverán la visión de fe a los enfermos de esa última etapa. La obra de la iglesia en este tiempo, debe ser la de aplicar los remedios de la naturaleza, mezclarlos con la palabra para hacer un compuesto curativo que convenza a la gente a ejercer su fe, haciendo lo que se le sugiere si desea sanarse. El resultado estará sujeto a la fe del enfermo que lleve a cabo la encomienda. De esa manera, nadie puede adjudicarse la realización del milagro curativo porque es prerrogativa del enfermo mismo y de la voluntad divina.

Cuando entendemos este importante legado de Jesús que antecede a la resurrección de Lázaro, nos percatamos de dos cosas muy importantes: La primera es que la medicina de la naturaleza y la alimentación extremadamente sana son la medicina de este tiempo para el pueblo de Dios. La segunda: es que el sistema médico moderno constituye, en este tiempo, el árbol del conocimiento del bien y del mal. Que si comemos de ese árbol, moriremos espiritualmente, porque la medicina moderna es un engaño de Satanás que no cura ninguna enfermedad. Solo trata los síntomas y nunca descubre la verdadera causa de las enfermedades que sufre la gente. Al tratar los síntomas de una condición con drogas tóxicas que tienen poderosos efectos secundarios, se producen otras condiciones que a veces son peores que la causa principal que se pretendió tratar. El cristiano que depende de drogas, no podrá comer “del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”. (Apocalipsis 2:7). Las drogas tóxicas, las vacunas y las intervenciones quirúrgicas extirpatorias desfiguran nuestro ADN y no permiten que nuestro nuevo nombre celestial coincida con nuestro genoma y seamos identificados correctamente para salvación. (Apocalipsis 2:17) Si el ADN se altera, no seremos hallados en armonía con nuestro registro celestial. Ese es el riesgo grave que corremos cuando dañamos nuestra identidad original con la cual Dios nos identificó cuando nos formamos en el vientre de nuestra madre.

Por esa razón podemos concluir que el árbol del conocimiento del bien y del mal, está ante nosotros todo el tiempo esperando que comamos de él para muerte eterna. Los que viven en armonía con las leyes naturales y guardan los mandamientos, los preceptos y los estatutos de la ley divina, son preservados de las enfermedades y no necesitan de médico alguno.        

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