El Santuario – Parte II

Por: Dr. Norman González Chacón

“Mi pueblo fue talado, porque le faltó sabiduría. Porque tú desechaste la sabiduría, yo te echaré del sacerdocio: Y pues qué olvidaste la ley de Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.” (Oseas 4:6)

¿De qué le vale a un teólogo todos sus esfuerzos para estudiar y tratar de comprender los misterios no revelados, si no recibe la inspiración divina para entenderlos? 

Los Milleritas no han pasado aún el charco que los separa del chasco de 1844 tratando de justificar el injustificable error de ponerle fecha a la segunda venida de Cristo.  Se han concentrado en explicar la razón del mismo con fábulas por arte compuestas, por especulaciones que los alejan de una verdad absoluta basada en las parábolas de Jesús respecto a las bodas y en las visiones del apóstol Juan en Apocalipsis. Concentrados en justificar el chasco de 1844, no pueden ver la verdad del santuario y de los actos que se relacionan a los eventos finales en secuencia.  

Primeramente, tenemos que descartar todo lo que los llevó al chasco de 1844 que se pueda considerar especulativo. Luego tenemos que ver la evidencia misma del santuario del desierto, tal como le fue mostrado a Moisés por Dios y que se realizó conforme al plano divino. Los Milleritas, guiados por sus teólogos insisten en los dos recintos del tabernáculo o santuario de Israel pero no se dan cuenta de otros aspectos importantes del mismo, ya que no son sólo dos recintos sino tres. En la tipología se deben estudiar los tres recintos que representan las tres dispensaciones o divisiones de tiempo y espacio de la tierra y su importancia en los procesos de purificación del santuario:

1. La dispensación primera que cubre desde la creación hasta Cristo.  A esta se le denomina dispensación del agua o del Padre porque la tierra fue purificada con agua, también fue Jehová quien actuó y se comunicó con el hombre y con los profetas durante esa época. Está representada en el primer recinto del santuario por la fuente o lavacro de agua. En este lugar también está el altar de los holocaustos que se proyecta como el anticipo de la muerte del cordero que muchos intérpretes milleritas insisten en que la muerte de Cristo fue expiación y eso es incorrecto porque fue holocausto perfecto. Este es el primer paso del sumo sacerdote hacia la expiación, pero este acto no se puede considerar expiatorio. 

2. Desde Hiram Edson, qué fue de los primeros en reaccionar sobre el tema, pasado el chasco de 1844, Enoch Jacobs, Hale Turner, Elena G. Harmon y los teólogos modernos de la Iglesia millerita, así como los detractores que aún se mofan del gran chasco que tratan de enmendar con serias y muy elaboradas especulaciones sobre los actos de juicio que supuestamente comenzaron en 1844 y que aún no terminan 

Al tratar de justificar el error con teorías especulativas pierden el más solemne acto de justicia y vindicación que se puede obtener de la simbología entre el santuario del desierto y el santuario celestial y sus semejanzas y diferencias. 

3. En 1845 Elena G. Harmon recibió una visión de la parábola de Mateo 25 donde se describía con detalles la transición del Ministerio de Cristo dentro del santuario celestial y se lo ilustraba con la llegada del esposo a la boda. Esta visión fue claramente un mensaje divino de los actos que se llevan a cabo en ese recinto y que de inmediato desató una serie de ideas similares que fueron propagadas y que afectaron el propósito divino de la visión aclaratoria que fue mal aplicada por los que trataron de explicarlas y adaptarlas a los errores del chasco, para de esa manera, quedar bien públicamente ante la cristiandad de su tiempo que estaba perpleja ante las circunstancias vergonzosas del fracaso que sufrieron todos lo que esperaban la venida del Señor en 1844; cálculo erroneo que surge de las setenta semanas de Daniel 7, olvidando todos las palabras de Jesús en Mateo 24 qué les dijo claramente que el día y la hora nadie lo sabe sino el padre celestial.

Las especulaciones de uno y otro expositor distrajeron la mente de todos los que se interesaron en la controversia y esa distracción no les permitió ver la realidad de los eventos simbólicos y de las aclaraciones que el Señor les dio a sus discípulos respecto de su venida y del fin del mundo.  Es claro que en la invitación al banquete de bodas hay un acto de juicio en el que el Señor de las bodas revisa los invitados para ver que todos están vestidos correctamente. Entre los invitados a la boda se encuentra uno  que no estaba vestido adecuadamente para la ocasión y lo mandó a sacar de inmediato para proseguir luego con los actos de la boda. Esa acción de juicio relativa al vestido de los invitados, sólo le tomó al Señor de las bodas unos minutos y no necesitó de cientos de años para llevar a cabo lo propio. 

El Señor de las bodas que creó el cielo y la tierra y todo lo que allí existe en seis días, no necesita siglos para llevar a cabo la investigación de quién es apto para salvación y de quién no tiene el vestido de bodas. Esa es una acción de juicio que a Dios, solo le toma fracciones de segundo. Por esa razón, el juicio investigador, que es solo un paso en la ceremonia de bodas, no puede detener las bodas en el tiempo ni en el acto. Es solo un paso dentro de los acontecimientos de la ceremonia que se lleva a cabo. 

Por esa razón, la previsión de Jesús en sus consejos a los discípulos, la dividió en dos parábolas de bodas en las que se pueden ver los diferentes aspectos de un mismo evento. En el Apocalipsis, Juan escucha la invitación a las bodas y da por sentado que la esposa se ha aparejado. En nada contradice los eventos que tipifican el ritual del santuario ni de su simbolismo profético a cumplirse en los eventos finales de la historia.  

Por esa razón, tenemos qué apreciar los eventos del santuario terrenal como el camino qué nos puede llevar a los eventos celestiales sin especular sobre fechas y eventos que no están en armonía. Para descubrir la verdad, el creyente tiene que haberse distanciado de los teólogos y consultar los escritos de Elena G. Harmon con detenimiento. Y si hubieran publicado todo lo que a ella le fue mostrado, no hubieran caído en las especulaciónes que en cientos de libros, sus teólogos tratan de explicar lo que es inexplicable .

El tema del santuario fue dividido y ha sido publicado en diferentes libros pero nunca salieron a la luz los detalles significativos de las visiones que no quisieron compartir al mundo porque los dirigentes del movimiento del chasco de 1844, tenían mucho temor a más burlas y escarnios de parte de los otros cristianos evangélicos que los criticaban fuertemente. Esta es la verdadera razón para no sacar a la luz verdades extraordinarias qué compartiremos someramente en este blog y que se desborda en información sobre el tema que nos ocupa 

Las bodas del Cordero deben ser analizadas a la luz de las tres parábolas de bodas. Cada parábola aporta elementos adicionales que al unirtse, complementan el cuadro de ideas qué Jesús lleva a sus discípulos. 

Cuando hablamos de tres parábolas de bodas estamos conscientes de que son solo dos, pero para los fines del estudio, estamos convirtiendo las bodas de Caná, que es una historia real de bodas, en otro elemento de información que puede servir para aclarar conceptos vitales del tema. Fue allí donde Jesús hizo su primer milagro. Por la importancia que este evento tiene al aportar importantes elementos que ayudan a entender las otras parábolas de bodas. Las bodas de Caná son como una introducción vital para el entendimiento de las parábolas de bodas cuando a mitad de la semana que duraban las bodas en ese tiempo se acabó el vino y esa situación motivó a la madre de Jesús para que le llamara a resolver el problema. En Daniel 9:27 se hace referencia a la mitad de la semana que hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Esta alusión no es coincidencia ni casualidad. Esta semana confirmará el pacto a muchos y es a mitad de esa semana que cesará el sacrificio y la ofrenda. Es obvio, a la mitad de la semana se quitó la vida al mesías (Daniel 9:26) y este evento marca el punto culminante de la visión que el ángel Gabriel en persona le muestra a Daniel para confortar su preocupación. (Daniel 9:21 y Juan 16: 12-13). 

Generalmente a mitad de la semana de bodas los convidados están ebrios y no distinguen la calidad del vino que consumen. Tanto bebieron que la provisión acostumbrada para una celebración de esa naturaleza se agotó a mitad de la semana. “Vino no tienen”, fueron las palabras de María a su hijo Jesús. Éste objetó la reclamación porque según él,”aún no había llegado su hora” (Juan 2: 1 al 11) No obstante, Jesús tomó la iniciativa e impartió instrucciones muy precisas a los sirvientes: “Henchid estas tinajuelas de agua,” y las llenaron hasta arriba. Diciendo: “Sacad ahora y presentadlo al maestresala”. Este prueba el vino y al ver la calidad del mismo, llama al esposo y le dice:  “Todo hombre pone primero el buen vino y cuando están todos los invitados satisfechos, entonces sirve lo que es peor; más tú has guardado el buen vino hasta ahora. Los invitados o comensales tomaron del buen vino que Jesús convirtió del agua y el milagro se extendió a ellos comprendiendo de inmediato lo que acababa de ocurrir. Quedaron sobrios y desapareció la ebriedad. No sabían que estaban tomando vino de agua, el vino que en vez de embriagar, hace sobrios a los que lo toman. Una gran diferencia con el vino de la vid que embriaga y alborota a los que lo toman. La misma clase de vino embriagó a Eva y provocó su caída. El vino que tanto daño y problemas ha causado a la humanidad. 

A diferencia del vino de la vid o de la uva, el buen vino de Jesús les desembriaga de los cuidados de la vida, abre los ojos de los ebrios y les permite reconocer la mano divina en sus vidas. Con esta participación de Jesús en las bodas, se introduce el mensaje del maestro, su ministerio de abrir los ojos a los ciegos, sanar a los enfermos, restaurar los cojos y los mancos, así como abrír los ojos del entendimiento a todo el que necesita y pide sabiduría de lo alto. El mensaje de Jesús es simple y contundente. Todos los lo pueden entender, si piden entendimiento y toman del agua de la vida de balde. “Los entendidos entenderán”.

De esa experiencia real de la vida del Maestro, podemos deducir que la presentación de Jesús en esa boda, al igual que en todas partes a donde se le invita, es providencial y magnanime, pues establece una marcada diferencia en la vida de los que son impactados por su presencia. Hoy, al igual que ese día, él puede transformar nuestra agua en vino. En vino nuevo y de calidad que nos desembriaga de los cuidados de esta vida y nos transforma. 

Las bodas en el tiempo de Cristo y en la región de Galilea en Palestina, eran diferentes a las de nuestros días. Primeramente, duraban una semana, se celebraban más bien de noche y por esa razón, acudían muchos, después del trabajo diario. Durante el día se hacían preparativos para recibir a los invitados de por la noche. La novia permanecía en la casa del padre del novio y éste se alojaba en la casa de su mejor amigo hasta que terminaba la fiesta y se realizaba la ceremonia nupcial. Entonces era que éste la entregada al esposo. La novia permanecía en la casa del padre hasta que finalizaba la fiesta y se realizaba la ceremonia. Entonces era que éste la entregaba al hijo. El esposo venía acompañado de un séquito nupcial de señoritas vírgenes casaderas y jóvenes que lo escoltaban hasta el altar de la ceremonia. Allí el padre entregaba la novia y se retiraba al banquete de bodas junto con los invitados. 

El día final de la boda que se celebraba la ceremonia, la novia esperaba en el altar la llegada del novio. Este esperaba en un lugar cercano que le avisaran cuando la novia estaba lista y esperando en el altar para hacer su aparición en el lugar de la ceremonia con el séquito de sus acompañantes; Las vírgenes que los escoltaban hasta el altar. El amigo escogido se aseguraba de avisar al novio la llegada de la novia para iniciar su marcha a la casa del padre donde se celebraba la boda. Se consideraba una deshonra y un gran desaire si el novio llegaba y la novia no estaba esperándolo en el altar. Por esa razón el amigo del esposo se cercioraba de que la novia estuviera ya en el altar para avisarle al novio a que iniciara la marcha hacia la casa del padre. Es importante que entendamos los detalles de esta ceremonia para que podamos ver y entender las parábolas de bodas qué Jesús les narra a sus discípulos, y así también entender las razones que incidieron para que las diez vírgenes que acompañaban al esposo de la parábola se durmieran en la larga espera a la que la novia los sometió por no llegar al altar a tiempo. La cena de bodas estaba lista, los invitados estaban todos presentes y vestidos de bodas esperando a que llegara el novio para iniciar la ceremonia y así disfrutar la fiesta y el banquete de bodas. 

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